Contador de visitas

...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

sábado, abril 29, 2006

hechos relacionados

Estaba viendo ayer Superhuman. Que no quería verlo, pero la prueba de resistencia al sueño me atrapó. Nada como asistir al sufrimiento ajeno. Sobre todo si el que sufre es voluntario. Pues ahí estuvieron, 53 horas sin dormir, menos un aguerrido triatleta que estaba un poco de los nervios y abandonó a las 28 horas, y luego dos pobrecillas que se quedaron dormidas en el maligno tramo final.
Ahí estaba yo pensando: qué mal se pasa aguantando el sueño. Como se piensan esas cosas, con una metáforica ceja levantada, igual que se piensa: qué malo es estar en la calle a 45 grados (o a cero), mientras le das al mando del aire acondicionado o la calefacción.
A salvo, me acordé de mi propia prueba de privación de sueño, que ocurrió sin esperarla, un año (hace diez) que fuimos de excursión al Espárrago rock, cuando todavía era en Granada,de cómo paramos en Ronda y luego nos perdimos, de la primera noche surrealista y de nuestra salida de la pensión propia casi de Gente (sección sucesos), me acordé de nuestra temeridad costera, del contraste térmico día/noche, de cómo mi hermana y yo deambulamos por la ciudad acompañadas de una insoportable alemana a la que tuvimos ganas de estrangular cientos de veces a lo largo del día y la noche, de cómo dormitamos en un bar en una cueva del Sacromonte, de cómo ya por la mañana, nos echaron de una cafetería donde habíamos desayunado porque la imbécil de la alemana se quedó dormida sin disimulo... y pensé contar todo eso con pelos y señales, pero... la actualidad manda, y después de pensar en la privación de sueño, esta que escribe estaba hoy, a causa de unas sensaciones dolorosas aquí y allí, a las 4:30 levántandose de la cama, a las 4:45 mirando a ver como iban unas descargas en la máquina que nunca duerme, a las 5:00 instalándose en el sofá con provisiones líquidas, a las 5:30 empezando a ver El pueblo de los malditos, a las 6:30 quedándose dormida y a las 9:00 despertándose otra vez.
Superhuman, dicen.

viernes, abril 28, 2006

reconversión


Haciendo uso de esa inconsciencia selectiva de que dispongo, voy a pasar por alto el hecho de que para justificar mi ausencia laboral de hoy, casi he tenido que aportar una metafórica muestra de tejido celular dañado. O algo. Y también voy a pasar por alto el hecho de que mi siguiente contrato se ha visto en peligro por este delito (es que soy irónica) de absentismo laboral que he cometido. Si la mezquindad cotizara en bolsa...

Pasando pasando por alto llego a los incentivos:
  1. Este fin de semana me espera Albert de Salvo encarnado en Tony Curtis. Un ejemplo de cine estilizado.
  2. También me espera el señor Rossi. Qué sería de los nostálgicos sin internet.
  3. Me esperan también unos cuantos libros que tengo abandonados.
  4. Y unas cuantas horas de sueño que he dejado atrás. Aunque el sueño no se recupera.
  5. Y ojalá me pudiera esperar también el bar de la esquina, pero llegará.
  6. Y me esperan unos garabatos que tengo por ahí.
  7. Y muy importante, no vuelvo al hormiguero hasta el día 8.
La canción del señor Rossi, seguro que a alguien le suena.

jueves, abril 27, 2006

lo importante

Hace unos años, por unos avatares y unas decisiones e indecisiones, me encontré viviendo en Santiago de Compostela. El año que pasé allí daría para contar muchas cosas: cómo fui cocinera antes que fraile, cómo aprendí que hay gente que es rígida por fuera y rígida por dentro, cómo constaté que el miedo y yo somos incompatibles, cómo me enseñaron que querer no es poder, sobre todo porque a veces el primer verbo está vacío de significado... pero hoy voy a contar lo importante.

Era el día siguiente al de mi cumpleaños, llovía, llovía mucho. Y yo estaba contenta. Por la mañana ví en el periódico que esa tarde le entregaban un premio a Carmen Martín Gaite en un instituto de la ciudad.
A partir de ahí, la intranquilidad. Decidir que iba a ir fue fácil, pero no tranquilizador. Iba a ir sola, porque esas cosas hay que hacerlas entre desconocidos.
Cuando se acercaba la hora me acerqué al instituto. No recuerdo cómo entré, recuerdo estar en un salón amueblado de forma señorial y lleno de periodistas. Me senté en una silla de la última fila, una chica me detectó y se sentó a mi lado. Hablamos un poco y me dijo: luego vamos a buscarla. Y yo asentí. El resto fue como dejarte llevar cogida de la mano. Entramos en un despacho y allí estaba. También estaba Jorge Herralde, que nos miró como quien no nos ve.
Hubo unos momentos de sorpresa, pero mi guía enseguida se acercó a la mesa y le dio a Carmen una placa de su facultad o algo así.
Y yo ahí, esperando mi turno con la cara de un color que según mis sensores térmicos debía estar más cerca ya del granate que del rosa. Y ya me tocaba decir algo. Abrí el bolso y saqué un libro para dárselo por no fumar o pedir algo de beber. Y se quedó con el libro en la mano. Entonces le dije: felicidades. Gracias, dijo ella. Ayer también fue mi cumpleaños, mi turno. Qué curioso, felicidades, también era el cumpleaños de Concha Piquer. Y el de Kim Basinger, concluí. Es sorprendente como nunca puedo escapar de mí misma por más impresionada que esté por las circunstancias.
Estuvo buscando un bolígrafo para dedicarme el libro, porque por supuesto yo no llevaba, mientras, hablamos de mi pueblo, que es casi un personaje en una de sus novelas, y aproveché para decirle que ese libro que me iba a firmar era para mí como la biblia para un católico. Me dio las gracias y dijo: qué curioso que hayas traído este libro. Y yo tenía ganas de llorar y de explicarle que de verdad creo que somos lo que nos contamos unos a otros y a nosotros mismos, que entiendo ese amor por las historias contadas, que me duele como si me pellizcaran cuando oigo, veo o leo la desgana, y que mientras nos expliquemos, estamos vivos.
Al final apareció un bolígrafo rojo, y nos pareció bien.

Ese mismo año, en verano, estaba sola en casa de mi hermana, las noticias dijeron que ya no estaría más. Y lloré de pie como se llora por alguien que ya no te va a contar historias nuevas.

minucias, sesión de tarde

Dar clase como si arbitraras un partido de baloncesto es agotador. Mejor, dar clase como si moderases un debate (ejem) televisivo es agotador. Sobre todo si lo de levantar la voz no lo tienes muy entrenado. Sobre todo si no te explicas la gracia que le ven a llevarse la contraria hablando de cosas totalmente distintas.
Un ejemplo esquematizado:
- ¡Rusia!
- ¡China!
- ¡Rusia!
- ¡China!

Y así...

A la vuelta, más volantes. Si pedaleo una forma automática, es más fácil. Pienso: ya casi estoy.



(Vidania, La buena vida. Y luego, quien quiera, que se lo compre).

minucias

Hoy me he quedado dormida. Hay pocas cosas más crueles que esa. No recuerdo haber oído el despertador, con lo que yo he sido. Se ha desarrollado la típica escena en la que la protagonista se despierta, agarra el despertador al tacto, le da a la lucecilla y... arg, 6:47. Lo que sucede no es levantarse, es tirarse de la cama, y no son formas. A las 7:15 bajaba las escaleras con la bici y revolcándome un poco en la autocompasión. A las 7:45 estaba sentada en el tren. Llovizna. Postadolescentes vestidas de feria en el tren. Qué mal cuerpo.
Llego a clase y... me visualizo en el tren de vuelta. Nunca había tenido tantas ganas de que fuera viernes. Ya no es un deseo, es una necesidad.
A NN el cañón se le ha quemado, ya veremos qué risa cuando llame al hormiguero para comunicarlo. Es sabido que ese tipo de utensilios tienen que durar eternamente. Como los televisores en blanco y negro y los vídeos beta.

miércoles, abril 26, 2006

etología para dos

Quien no ha tenido un perro durmiendo encima no sabe lo que es la confianza.

Aquí, la plasmación sonora. Y a lo peor os preguntaréis qué clase de persona o lo que sea graba esto. Sobre eso tengo que decir que la tecnología hace mucho para posibilitar e incluso fomentar este tipo de comportamientos.

Podría haberos ahorrado la molestia de tener que descargar el archivo, pero la calidad del sonido dejaba mucho que desear, y no puedo consentir que uno de los seres más íntegros que he conocido en mi vida, se vea convertido en una ratilla por una cuestión de comodidad. Lo entenderéis. Quienes podáis.

estrategias higiénicas para el aislamiento

  1. Ayer decidí ir en autobús a la estación, porque estoy medio muerta y sólo imaginar plegar-guardar-subir la bici al tren me supera(ba). A la vuelta me encontré a 30 grados, en un autobús lleno, algunos de los ocupantes deberían ser multados por tráfico de gomina, y otras llevan un atuendo que Ana Rosa Quintana llamaría "de faralaes" (ejem), yo llamo "de gitana" (marca lingüística) y los aborígenes llaman "de flamenca". La escena es igual de "insertar adjetivo" lo llames como lo llames.
  2. Esta mañana retomo la bicicleta para evitar los volantes. Pliego, guardo, el amable interventor me dice que no está permitido llevar bicis en el AVE, ni plegadas y en bolsa, que me lo dice por si un día tengo algún problema. Me meto los dedos en los oídos para contener la hemorragia y le digo que sí que sí.
  3. Ya en el tren, empiezo a rumiar un plan de acción.
  4. Ya estaba decidido que me iba a ir antes del trabajo. Esto quiere decir que lo he decidido yo.
  5. El siguiente paso fue decidir que el resto de la semana volvería a los regionales, de donde nunca debí salir.
  6. Los resultados: trabajaré una hora menos y estaré en casa dos horas antes. No hay nada como tomar las riendas del propio destino (cuando se deja). Que ya está bien.

Me dicen en clase: - Hablas despacio, me ataca los nervios.
Yo digo: - No veo la necesidad de hablar más rápido, pretendo que me entendáis.
Ella dice:- Yo hablo muy rápido y a mí se me entiende.
Yo digo: - Eso es lo que tú te crees.
(Risas)
Sin acritud.

martes, abril 25, 2006

ensayo

/Crear/


La última vez que vio a su padre, ella estaba leyendo Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay.
Hacía calor. Las frases, leyendo una detrás de otra. El sonido de las ruedas del carrito con las bandejas de las cenas. El sonido de los pasos de las enfermeras. Lo cotidiano. Las palabras del libro apartándolo todo, los ruidos, las voces, la mano de él en la de ella.
Desde el pasillo, escribe un mensaje con el humor más negro del que ha dispuesto nunca. Porque le sale así. Y para que quien lo recibe se tranquilice, porque mientras sean capaces de reírse, estarán bien.
Vuelve a la habitación y piensa unas cosas en voz baja, sin que se oiga, porque si él las oye, podría asustarse porque a lo peor suenan a despedida, y si no las oye, tampoco hay por qué decirlas.


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ficciones gráficas (1) salvando el mundo

lunes, abril 24, 2006

distinguir es un grado

Incorporemos los -ismos a nuestras vidas. Un ejemplo visual.






absurdos para el lunes (para quedarse en la cama)

Ese era mi balcón ayer por la noche, que sí, que hoy a lo mejor no graniza ni llueve ni caen rayos y truenos, pero yo me quedaba en la cama igual. Lunes.

(Apreciaréis el detalle de la bolsa de plástico, que no he usado el recortar para no restarle naturalismo a la instantánea).

domingo, abril 23, 2006

falsos sinónimos

De entre todas las virtudes que la gente se adjudica a la ligera, el sentido del humor es la mayor víctima de abusos.
Es una desfachatez. Aclaremos algunas cosas, tener sentido del humor no es reírte con los chistes de Arévalo, no es reírte con novelas (es un decir) para treintañeras solteras, no es que te haga gracia ver a Jesús Bonilla mascullando improperios, no es cuando dices: ¡qué gracioso!. No, ya está bien. El sentido del humor es una cualidad sofisticada y no al alcance de todo el mundo, por lo tanto segregacionista. El sentido del humor es la capacidad cuya presencia o ausencia coloca a cada uno en su sitio. La vara de medir, la balanza, la Ley con mayúsculas.
El sentido del humor es un absoluto, no una parte.
Aparece en todo su esplendor cuando los otros te miran escandalizados porque según sus guiones conductuales deberías estar lagrimeando. No se acuerdan de que los buscadores de oro revolvían en el fango.

sábado, abril 22, 2006

irritaciones y algunos atenuantes

  • Tener que enfrentarte a una clase carente de sentido del humor.
  • Trabajar donde trabajo, un sitio donde siempre brilla el sol y no hay jefes sino compañeros, y no poder faltar aunque estés en estado comatoso. De bajas ni hablamos.
  • Aguantarme la risa al descubrir con estupor que la sujeta portadora de aquel calzado ilegal se presenta al día siguiente con esto.
  • Acabar la clase cuarenta minutos antes para llegar a casa a las tres (p.m.) y no a las cuatro y media (p.m. también). Apagar el móvil por si acaso.
  • Hacer una lista de parejas televisivas deprimentes (de ficción), las primeras que salen: Nacho/Alicia (Médico de familia), Carter/Abby (Urgencias, en realidad todas las parejas de las que forma parte Carter son deprimentes), Maca/Esther (Hospital Central)...
  • Fantasear con las vacaciones (o lo que sean).
  • Mi madre que me dice por teléfono: la gente es que es un mamarracho, menos algunos que te encuentras por ahí.
  • La inspectora que llega a ver el curso y me dice que tome vitaminas y que estoy muy delgada. Pues sí. Y no le puedo contestar bien porque estoy muy ocupada mordiéndome la lengua.
  • No perder de vista que las irritaciones tienen fecha de caducidad.

viernes, abril 21, 2006

una imagen

Alguien leerá esto que se acuerde de aquella corredora (es un decir) de maratón en Los Ángeles 84. Pues así he llegado yo a este viernes. Por dentro y por fuera. No creo que haga falta ilustrar mucho más la explicación.
Y como este cerebro con tendencia a las sucesiones (con sentido o sin él) funciona así, me he acordado de una cinta de vídeo que está en estos momentos en una repisa en casa de mi madre, y en cuya etiqueta se lee: Seúl 88. Y dentro está el duelo de los duelos. Chouchounova (Elena) vs Silivas (Daniela). El hieratismo frente a la expresividad. La línea recta frente a la curva. El pelo corto soviético frente al rizo rumano. Boguinskaia en segundo plano, esperando su turno. Y el cambio de ritmo circadiano mientras duraron las Olimpiadas, porque programar el vídeo nunca ha sido lo mismo.






... se transforman

Lo bueno que tienen los prejuicios es que nunca te quedas sin ellos, si pierdes uno, se reemplaza por otro. Y sin tener que hacer ningún esfuerzo.
Ayer por la tarde en la cola para coger el tren (sobre la imposibilidad funcional de algunas personas para formar una fila más o menos ordenada, no voy a decir nada) de vuelta, bastantes turistas ingleses y unos cuantos aborígenes. Me dio tiempo de refunfuñar un poco por dentro (malditos turistas ingleses... no hace falta argumentar más, es lo bueno que tienen los prejuicios) antes de apartarme para plegar la bici (de las facilidades que nos dan para subir con la bici al tren tampoco voy a decir nada, mis bíceps estarán eternamente agradecidos a Renfe, especialmente a su sección villachinchilliense). Mientras estaba ocupada en eso, plegar y guardar, los ingleses iban pasando y mirando con cara de "mira lo que hace". Incluso recibí un "ou" como premio, igual que si hubiera sacado un conejo de la chistera. Y sonreían. A mí directamente, nada de sucedáneos huidizos. Si estaban bajo el efecto de los rayos solares o no, no me lo voy a plantear.
¿Y dónde fueron a parar esos prejuicios descolocados? A los aborígenes, claro, que ante el mismo procedimiento plegatil, me miran con cara de estar manipulando esto.


jueves, abril 20, 2006

uno, dos y tres

1. Caerle mal a cierta gente es motivo de orgullo. Y un filtro inmejorable.
2. Estar sola en el hormiguero no es tan malo como estar acompañada.
3. Aunque sea consuelo de tontos, darte cuenta de que tienes razón te proporciona unos segundos de intensa (y maligna) satisfacción.

miércoles, abril 19, 2006

¿sería necesario penalizar determinados atuendos?

Una reflexión aparentemente superficial para el turno de tarde.
¿Es tocar fondo o no, tener que aguantar una sarta de tonterías , sandeces, memeces, y más cosas que se os ocurran que acaben en -eces (a una le falta una letra) de una sujeta portadora de esto?
Lo que digáis.

síntesis

Ejem, podría contar cómo una vez, estando sentada en un sofá (territorio amigo), alguien (indefinido acolchado) me dijo: no me gusta tu estilo de vida. Y mi cara intentando procesar la información, no la explícita, sino la subyacente.
Podría hablar sobre lo que pienso de la ridícula tendencia de algunos a guardar lo que parece un as y a veces se queda en un dos, en la manga. Incluiría también una reflexión sobre partidos de tenis y dejadas con efecto. Y resumo concluyendo que, como en los juegos, algunas derrotas técnicas son victorias tácticas.

martes, abril 18, 2006

tonterías para el martes (lo que se dice)

Me dicen cosas así:
  • Pareces una actriz porno de los 70.
  • Eso es música de porros. Sí, como la del festival ese de verano.
  • ¿Qué tiene que ver el comunismo con los gorriones?

Ahora, os podéis entretener uniendo con una flechita las frases con los emisores:
  • G.
  • Mi madre.
  • Una ex-alumna.

Y al tren, hoy con Zelda y el recuerdo de Michelle Rodríguez partiéndole la cara a Sawyer. Que hay que ser lerdo para no darse cuenta de que estaba mintiendo. En fin.

lunes, abril 17, 2006

absurdos para el lunes (cuando piensas que lo has visto todo...)

Venía yo en el tren (aquí una novedad), rumiando mi desventura (aquí una metáfora y me río). Me toca sentarme en uno de esos asientos abatibles (de abatir y abatimiento) porque el tren va lleno.
Hay cinco chicas y un chico. Ojean una revista. Una de esas que se escriben con ka. El chico está contándole a sus amigas y a todo el largo vagón Brokeback mountain. El mp3 marca 40 como volumen. Y lo oigo todo. Eso es gritar. Yo no quería escuchar nada, pero ha sido imposible. Imposible. No tengo palabras para describir la narración. Y luego dicen que hay ataques homófobos.

Me imaginé tres formas de hacer que se callara:


  1. Con el rayo desintegrador. Un segundo y sólo quedaría de él una mancha de carbonilla en el asiento. Las amigas gritarían y a lo mejor tendría que usar el rayo con ellas también. Una lástima.
  2. Haciéndole una seña. Shhh. Cállate. Y pasándome el dedo índice por el cuello. Este es mi tributo a los corleones y henrys hill del mundo.
  3. Levantándome muy despacio, sacando una pistola de la mochila, acercándome a él y... le apoyo la pistola en la sien y le pregunto en voz baja: ¿quieres contarme una película? A partir de aquí se sucedería una escena que se podría alargar lo que quisiera. Os lo estaréis imaginando.
Si no fuera por estos momentos...

Me había hecho el propósito de no hablar del curso, pero aquí aparece la diferencia entre hacerse un firme propósito y lo que yo hago.
Estaba la señorita Topisto repartiendo la documentación que tiene que rellenar, y claro, da una hoja a cada persona presente. Y una de esas personas le dice: no, a mí no me des, yo soy su madre.
Una lástima no habernos vistos las caras cuando ha sonado esa frase ya mítica.
El discurso continúa: no, he venido hoy con ella y ya mañana viene sola.
La señorita Topisto consigue articular: hombre, yo creo que se tienen que desenvolver solos... (obsérvese el plural).
En fin. Seguro que la hija me proporciona un sinfín de momentos gloriosos. Voy a terminar añorando el papeleo entre las seguras cuatro paredes hormigueriles.

domingo, abril 16, 2006

prelunes

Esta criatura escribiente tiene mañana una cita a las diez con la señorita Topisto. La parte buena es que como es el primer día de un (otro) curso, cuando ella acabe con la presentación, se vaya, y yo los martirice un poco, huiré hacia la estación y llegaré al refugio a las tres. La parte mala se fragmenta: es un curso nuevo (podríamos hacer una porra sobre de qué tratan los cursos, que esa es otra), por lo tanto, quince personas nuevas a las que engatusar; es un curso nuevo, por lo tanto, trae debajo del brazo una gran remesa de papeleo nuevo.
Y mi armazón para la vida cotidiana (lo que se conoce como cuerpo) no está en las mejores condiciones para la cantidad de trabajo que se avecina, y no voy a pensar en lo fácil que sería pedir una baja. Eso es en otros mundos.

Extracto. El otro día, hablando con R. en el sofá de mi hermana:
- ¿Y desde cuándo estás así?
- (Me río) Ahora que me doy cuenta, desde que he vuelto a trabajar. A ver si va a ser... (me señalo la cabeza).
- Yo hace dos meses que no cobro. (*)
- Qué guay, ¿eh?
(Nos reímos)
- Estoy desmotivada y harta de la gente.
- ¿Sí? Normal.
- Y te vas a quedar muerta, se me está acabando la paciencia. ¿Cómo lo ves?
- Me quedo muerta.
- De locos.

(*) Sabiendo a qué se dedica la cosa sangra más. Os hacéis una idea. O no.

Así está el plan, de momento, yo sé que lo más concienzudo que voy a hacer mañana es cantar canciones de los Strokes y garabatear en un papel.

Y hablando de cantar, he ojeado hoy en la Mtv (vale, me he sentido atrapada y lo he visto entero) un programa de cámara oculta. Graban a la gente cantando (y bailando) en el coche y luego escogen al mejor. Aunque no conduzco ni tengo coche, me he visto.

Y hablando de ver, he visto el último (?) capítulo 7 vidas, y a pesar de los altibajos, me ha dado pena que se acabe. Pero tened en cuenta que escribe una que sufre cuando un personaje que le gusta deja una serie (por alguna de las vías que usan los guionistas para justificar la ausencia: muerte, traslado laboral, nuevo emparejamiento...), vale, he llorado con varias muertes de este tipo. Para controlar eso están G. y su demoledora precisión: es una serie/se va a hacer una película/se habrá cansado/que no se está muriendo de verdad... Sabias palabras que yo ignoro sistemáticamente.

Y hasta aquí.

¿resurrección?


Hoy es el día, ¿no? Y sin darme cuenta, mientras desayunaba, he visto Amanecer de los muertos.
Ya sabéis, el mundo (cuando digo mundo quiero decir USA) lleno de zombis. Y un grupo de vivos de toda la vida, atrapados y resistiendo como pueden en un centro comercial. Metáfora más bonita no se me ocurre. Un zombi es un muerto viviente, así eran los zombis en la película de George A. Romero, en ésta, los tiempos cambian, y son mas bien vivos murientes. Y mordientes.
Pero el resultado es igual de efectivo.
¿Y no son acogedoras esas películas de grupos humanos en peligro? Siempre hay para escoger; el que quieres que se salve, el que estás deseando que se muera, el que es tan idiota que está condenado a morir, el que es tan idiota que se salva, al que le gritas: imbécil, cierra la puerta...
Y también está el sentido del humor. Para quien lo tenga y sepa reconocerlo.

viernes, abril 14, 2006

la torrija anual

Cuando veo las noticias (es un decir) estos días, me asalta una sensación de timo. Toda esa gente en la playa como olvidados de la vida real, toda esa gente viajando sin ton ni son con tanto equipaje como para establecer colonias en Marte...Todo por un puentecillo, ni más ni menos. Otras vacaciones sobrevaloradas. Estoy por pensar que son figurantes (con contrato de obra y servicio, claro).

miércoles, abril 12, 2006

el advenimiento de la mujer estropajo...



... y nada que añadir.

martes, abril 11, 2006

madres & llamadas de teléfono

Uno.

El jueves pasado, interior noche. Suena el teléfono, veo en la pantalla avisadora que la llamada es de procedencia gijonesa. Pienso: qué raro. Lo cojo.
- ¿Sí?
- Hola, soy M.
(Aquí unos momentos de holaholas y comoestás).
- ¿Está G.?
- (Me río) En estos momentos está en un autobús rumbo ahí.
- ¿Sí? Yo creía que salía mañana por la noche.
- ¿Sí? Pues ha salido hoy.
- Qué raro que no haya llamado para avisar.
- Sí, porque siempre llama, no sé, igual ha llamado y no había nadie en casa.
- Puede ser, porque... (Aquí unos momentos explicativos sobre las salidas y entradas familiares del día).
- Será eso entonces, que ha llamado y no había nadie.
- No sé yo.
- Igual se le ha pasado, como hoy salió muy tarde de clase y eso... (Observen como intento defender a G. y a la vez darle a la razón a su madre.)
- Bueno, pues nada... (Aquí unos momentos de despedida).

Cinco minutos más tarde. Suena el teléfono otra vez. Gijón.

- Hola, soy M. otra vez.
- (Aquí me vuelvo a reír) Hola.
- Mira, que sí, que había llamado pero estábamos fuera.
- ¿Ves? Ya me extrañaba.
- Bueno, que ya le podemos devolver el crédito que le habíamos quitado.
- Es lo justo. (Me vuelvo a reír).
- Bueno, hasta luego.
- Hasta luego.


Dos.

Esa misma noche, más tarde. Suena el teléfono, mi madre me da un toque. La llamo (es lo que tienen estas cosas de adsl y llamadas).
Extracto:
- G. ya se ha ido, ¿no?
- Sí, ya sabes, en el de la noche.
- Esta mañana ví unos muergos buenísimos y me acordé de ella.
- ¿Por qué?
- Porque le gustan mucho, ¿no? ¿No te acuerdas? (*)
- Ay, sí, sí. Se lo diré, es emocionante. (Me río)
- (Se ríe). Qué malaje tienes.
- Lo sé.

Y me quedo pensando en lo sorprendentes que son.




(*) No me acordaba, en fin.



el fin del mundo y otras menudencias


El otro día vi esa película de ahí arriba. Indescriptible. Ya veremos la versión patrocinada por Spielberg cómo resulta.
El argumento: un grupo de científicos descubre que una estrella va a chocar con la Tierra sin muchas contemplaciones. Pero... hay una posibilidad de salvación. Esa estrella lleva incorporado un planeta, Zyra (me encanta). El plan es construir una especie de arca de Noé espacial en la que un grupo de humanos elegidos surcará el cielo y lo que no es el cielo hasta aterrizar en el nuevo planeta. Si tenéis a vuestro alcances programas malignos, ya sabéis.

Si sois adictos a los nuevos efectos especiales y os ponen de los nervios las maquetas y los insertos de documentales, ni lo intentéis. Pero que conste que os lo perdéis.

Dos botones de muestra:


Estilismos para el fin del mundo. Perfecto.

Panorámica del nuevo mundo. ¿No es encantador? Y tiene un aire a las ilustraciones de los folletos testigodejehovaienses.

(Nota: están reponiendo V. Lo que no me explico es por qué lo ponen a estas horas si su público objetivo está trabajando o haciendo que trabaja, o tramando planes para no ir a trabajar).

lunes, abril 10, 2006

cosas que pasan

Esta mañana me desperté inquietantemente despierta. Eso siempre me pone sobre aviso, no hay que confiarse. El tren, hoy el viaje de cuarenta minutos se cambiaba por uno de una hora y veinte, es lo que tienen los regionales. Aprovecho el tiempo en acumular simoleones (pero no los suficientes, necesito mil aún para la silla, pero esa es otra historia), con estas ocupaciones tan anestésicas el viaje se pasa volando.

Pedaleo hasta el curso. El ambiente es vacacional, eso quiere decir que hay bajas y pocas ganas.
Se va fraguando un plan en mi cabeza (por no decir mente y aparentar lo que no soy).
Tengo a L. en la clase de enfrente, con un auditorio muerto también de ganas de aprender. Y al lado a M. con resaca, y de su auditorio ni hablamos. Es lo que tienen los cursos de cuatrocientas horas que se acercan al final.
Salgo al pasillo y L. me pregunta por señas que cómo estoy. Le hago así así con la mano. Y sale. En cinco minutos ya hemos decidido que mañana no voy a ir a clase (aquí contengo un gañido de satisfacción). Y sin que nadie del hormiguero se entere. Los detalles logísticos del complot me los salto por el bien de la narración.
Al final estar medio enferma va a servir de algo.

Ya de vuelta en el tren, otro (ser) con bici me habla, lo de las bicis une mucho como tema de conversación. Siempre que no seas jipi. Pero he notado que los jipis ya no van en bici, algunos llevan una de cartón como atrezzo, pero poco más.
Pedaleo desde la estación a casa, sorteo los baches de las obras casi con elegancia, voy cantando Last night, veo a la gente desocupada en los bares llenos, respiro mejor... Tengo los reflejos más condicionados que el perro de Pavlov.

sábado, abril 08, 2006

la comunidad II (o la inevitabilidad de algunas segundas partes) Y terceras, añado.

Esta mañana llaman al timbre de arriba, abro y son los de la obra, que si les abro la azotea. Claro, y les doy la llave que para eso tengo dos copias. Y así no tienen que llamar más (optimización de la amabilidad).
Van a poner unas redes para que no haya sustos durante la semana, no quiera la fatalidad que una cornisa alcance las cabezas devotas de los que esperan el paso de las carrozas. Me parece muy bien, porque no tendrían que hacerlo, y encima no nos lo cobran.
Bajo con L. y ya en la calle veo reunidos a los ejecutores de la obra y a la presidenta mirando hacia arriba.
Norman el del ático no les abre la puerta, pero es pillado asomándose y ya no le queda más remedio que dejar que suban y descuelguen la red.
Y ya me quedo con la presidenta, que me cuenta que el susodicho se niega a dejar que los anclajes se pongan en su terraza, porque no piensa estar quince días encerrado con esa gente entrando y saliendo de su casa, que la última obra que hizo en su casa le costó una depresión, y que si queremos que los deje pasar, que le paguemos un sueldo. Muy razonable todo, salta a la vista.
El de la incoación tampoco piensa dejar que por su casa se haga nada. Y eso que está jubilado y a los jubilados les encanta estar pendiente de las obras, pero no, este jubilado ha salido rebelde (y otros adjetivos menos favorecedores).
La alternativa es hacer la obra contratando una máquina elevadora (el coste y la aparatosidad se incrementan, claro).
Y así estamos.
Ahora me diréis si no debería estar regulado el uso higiénico del lanzallamas.
El añadido

Los hechos: estaba yo el sábado, en casa, ajena a cualquier peligro, en pijama... Suena el timbre de arriba (pienso: un vecino, el timbre de arriba es como el sentido arácnido de Spiderman). Abro sin mirar por la mirilla, hay cosas que es mejor no anticiparlas. Es Norman, que viene a explicarme sus porqués y sus peros en el asunto de la obra. Y ahí estamos, en la puerta, yo en pijama, y Norman preocupado porque no quiere que nadie se enfade con él y le cojan manía. Pasan los minutos y me veo subiendo las escaleras, y lo siguiente que veo es a mí misma en pijama en el ático de Norman. Conozco a su madre que me parece una señora bastante diminuta y agradable.
Decir que la gente me cuenta su vida ya es poco. Como en las películas, Norman dijo varias veces: no sé por qué te cuento esto. Y al final: me ha servido de mucho hablar contigo. Yo debo poner cara de algo que no sé definir, de narcótico variante suero de la verdad. El momento más grande que la realidad: me enseña su dormitorio (la decoración daría para muchas muchas entradas, pero no quiero agotar a los personajes) y que veo, un cuadro gigante en la cabecera de la cama. ¿Qué cuadro es? Un Murillo, amiguitos del arte. Por si las dudas: auténtico, sí. ¿Qué decir?


viernes, abril 07, 2006

ciencia ficción

Dos sueños:

1. Estábamos en mi ciudad-pueblo, por la noche y en la calle. Vamos, en un bar. Me salto todo lo de antes (que mis sueños son sueños-río). En el bar estaban los de Pulp (que me gustan pero no tanto como tirarme al suelo, y que sufren el perjuicio de tener unos fans insoportables), y mi hermana, que los conocía, trajo unas camisetas para que las firmaran. Unas camisetas como de hooligan, que son de fútbol pero diez tallas más grandes. Estaba yo meditando sobre el ocre horrendo de una de ellas, cuando me dice algo Jarvis (en inglés, y lo entiendo) y le digo en español: qué antipático eres, inglés tenías que ser. Y él me entiende también. Y pone cara de viejecilla inglesa. Y luego el sueño ya siguió por otros derroteros pero sin cantantes.
2. En unos escenarios siglo 21 tirando a El planeta de los simios (para que nos situemos), me dejan a cargo de un huevo con la misma forma del contenedor de la sorpresa en los huevos Kinder. Pero con textura y resistencia de huevo, que quede claro, y un tamaño mayor que el de un huevo de gallina. Bien. Me dicen que de ese huevo va a salir un pájaro del que depende el destino del planeta, que lo cuide, y que no me preocupe que todavía no va a salir, que me ocupe sólo de cuidar que no le pase nada. Vale. Pero ya sabía yo que no iba a ser tan fácil. Y el pájaro empieza a asomar. Así en plan pájaro, quebrando la cáscara poco a poco. Le echo un vistazo y es como un gorrión pero con más personalidad, y tiene una calva (detalle espeluznante). Intento tapar las grietas con la mano para que no salga, pero claro, corro el riesgo de que el pico del pájaro entre en contacto con mi mano. Y tampoco lo puedo abandonar. Ni estrujar, ni dejar que salga...

jueves, abril 06, 2006

me quejo y no me quejo

Sí, amiguitos, hoy ha sido un día (por la parte que le toca a lo que es trabajar y salir de casa con ese fin y no otro) asqueroso. Hay días que son asquerosos y ya nada de lo que pase les puede quitar la capa de asquerosismo. Es una sustancia viscosa y muy resistente, lo asqueroso.

El día asqueroso llega a traición, no avisa, a diferencia del día desastroso, que se va anunciando desde que te bajas de la cama. Y esto es una ley universal.


Al llegar a VC llovía torrencialmente (bueno, menos) y he llegado al centro un poco (bueno, más) mojada y ya perdiendo el resuello. Porque llueve y cometes el error de pedalear más rápido para mojarte menos. (Porque sí, la bicicleta ha vuelto a mis viajes gracias a la bolsa para guardarla en el tren -otro requisito absurdo- que me ha hecho mi madre amablemente.)

Ya en la clase, les comunico que al final, sí, trabajo lunes y martes, se lo toman como una buena noticia, y yo tengo ganas de volver a la bici y alejarme bajo la lluvia como alma que lleva el diablo.
Aún así, hago mis cositas de dar clase y hasta se ríen. Pero me cuesta y no paro de tener fantasías de evasión.

Justo antes de la hora del desayuno tengo que ponerme seria para solucionar una polémica con la psicópata borderline. Me da pereza ponerme seria, pero es necesario, lo que pasa es que cuando me pongo seria sin ganas mi paciencia flaquea, y tengo ganas de decirle que deje de decir gilipolleces y sobre todo tengo ganas de que no me mire, ni me dirija la palabra ni respire. Pero no se cumple.
Y la asquerosidad del día se va haciendo más visible. Mi paciencia flaquea en general. Y me parece bien y hasta muy bien como sistema de seguridad, porque es una realidad que hay gente que no se merece paciencia ni buenos alimentos.

Aprovechando el descanso desayunil, viene a hablar conmigo el de mantenimiento, a decirme (porque lo han envíado) que no puedo meter la bicicleta dentro. Le explico esto y lo otro y no hay nada que hacer porque la prohibición es firme. Y yo me acuerdo de lo considerada que he sido llevando la bici a cuestas para no dejar marcas en el suelo con las ruedas mojadas y me echo una maldición a mí misma. La oferta es dejarla en el patio de atrás, pero no me da la gana, así que la plegaré y la guardaré en la bolsa. Es más cansado pero más digno. No me conocen estos.

Casi a las dos me llama la señorita Topisto, que si puedo quedarme esta tarde para esto y aquello. Le digo que tengo cita con el médico. La cosa es que G. va rumbo,en estos momentos, a su comunidad autónoma de origen por esas cosas de las vacaciones, y me parecía inadmisible como escena y hasta como argumento, estar en La Corporación en los momentos previos. La pena se plaza hasta mañana. La parte buena es que los viernes las hormigas más inquisitivas se van a sus casas a las 15 horas, así que estaré sola.

Llego aquí y respondo a la pregunta de cómo ha ido el día: -asqueroso. Y G. dice: - es que la gente es asquerosa, ¿verdad?
Qué bien coincidir.

Y ahora podríamos hablar de las excepciones.


miércoles, abril 05, 2006

reunión de la comunidad vista y contada por una asistente en pijama



Empecemos por el principio, el asunto, porque no es una comunidad en la que se convoquen reuniones así porque sí, era una reunión de crisis. ¿Cuál es la mayor crisis a la que puede enfrentarse una comunidad vecinal? Un imprevisto e ineludible desembolso económico.
Los hechos: nuestro simpático bloque no ha pasado la inspección del ayuntamiento. Normal. No todos los organismos soportan con igual dignidad el paso de treinta años. El plazo para ejecutar las reparaciones necesarias: un mes. El presupuesto elaborado por el equipo municipal: 35000 euros. Susto. Sobre todo si tenemos en cuenta que los participantes en el pago son catorce.
Por suerte, nuestra presidenta ya se había ocupado de pedir otro presupuesto, resultado: 15000 euros.
Hasta ahí, todo está más o menos claro.
Ahora un retrato de los asistentes:
1. El matrimonio cincuentero del segundo, ella trabaja en el Corte Inglés, y él no lo sé pero siempre va con una bolsa de plástico, tienen un hijo que estudia derecho y que usa bata de cuadros. Nos prestó el XP y por eso cuenta con nuestras simpatías, por eso y porque es raruno. El cabeza de familia es una de estas personas a las que les gusta oírse. Es como un onanismo verbal, se ve que el hombre disfruta. Ayer usó el verbo incoar. Y sin venir a cuento.
2. La vecina del primero que vive sola y tiene dos hijas cada una con una perra. Nos conocen por nuestros nombres, hemos dejado a L. en su casa algún fin de semana, nos avisan cuando traen a su perra para que bajemos a verla, G. bajó el otro día a pedirle un cuchillo afilado y se lo dio sin poner cara de susto... Bien, ¿no?
3. La presidenta. También vive en el primero. Acaba de ser abuela de aspecto juvenil. Tiene un hijo adolescente y un marido con peluquín que vive en el piso de al lado. Nuestra relación: instalación de sistema operativo, la impresora no funciona, internet no va, ¿por qué no le das clases de inglés a Jose? (este servicio remunerado). Jose es el hijo, si suena el timbre (sin previo portero automático) es muy probable que sea él (en pijama) para enunciar alguno de los problemas técnicos antes mencionados.
4. La abogada del tercero. No tenemos muy claro dónde vive. Antes usaba el piso como despacho. Después vivía con su hermano (super Norman Bates, el hermano), luego con su novia. Gracias a las trifulcas a cientos de decibelios que tenían, supimos muchas cosas de ellas que no teníamos gran interés en saber. Ayer pensaba en eso mientras ella hablaba con total propiedad de la gerencia de Urbanismo y redactaba el acta de la reunión ahí tan aplicada y tan La ley de Los Ángeles. Ahora en el piso vive un chico, y ellas se han mudado a no sé dónde. Pero volverán.
5. El del ático. Esto daría para un libro. Vive con su madre, a la que casi nadie ha visto, porque la señora se desplaza en silla de ruedas y teniendo en cuenta que el bloque no tiene ascensor... Él es deportista bicicletil, canta (damos fe, ahora está con las saetas), miembro del coro rociero, coleccionista de novios (por decir algo) raros y sin oficio conocido. Es amable de una forma así como las telarañas de Spiderman. Un día le propuso a G. una especie de chanchullo de contratación para recibir una pensión por su madre. En fin, que no me acuerdo con exactitud de en qué consistía el plan, pero un chanchullo era. Otra vez me preguntó si le alquilaría una habitación a un novio suyo que opositaba a Correos para que estudiara tranquilo. No diréis que le falta creatividad a este hombre.
6. El propietario que tiene el piso alquilado a los universitarios gañanes con pésimo gusto musical y nula consideración. Uno de estos casi de cuarenta muy seguros de sí mismos. Nada más que decir.
7. La del pijama del tercero.



Al final, evitar la multa y las hecatombes provocadas por desprendimientos de cornisas y otros elementos de la propiedad común, va a salir por 1500 euros por vecino. Ay. Esta era la cifra ayer a las 21:30, cuando subí ya cansada de escuchar repeticiones de lo mismo. No pude evitar hacer una pregunta a ver si iban al grano de una maldita vez, y eso que me había prometido no decir ni pío.
Y ya con las botas en los escalones que me llevaban hacia la cena y El comisario, una pregunta: ¿ya te vas? ¿no quieres saber en cuánto exactamente va a quedar? Qué iba a contestar, la verdad, que soy rica y que me pasaran una nota por debajo de la puerta con la cifra.

(*) Otro dato importante: de la comunidad forman parte tres locales, que se da por hecho que no van a pagar, así que se avecina una denuncia. Esto promete. Pero lo mejor es el listado de locales: un club (sí, eso) que ya no está en activo, propiedad de un chino misterioso (y probablemente mafioso) que no paga ni la luz ni el agua pero no se la cortan nunca; un bar cofrade (sí, eso), si alguien no entiende el concepto en toda su magnitud que lo diga y le explico; y una peña sevillista. No añado nada.

martes, abril 04, 2006

tonterías para el martes

Ayer llevamos a L. a esquilar. Su calidad de vida aumentará bastante, porque somos tan superficiales que nos cae mejor cuando no tiene (tanto y tanto) pelo. Y parece más joven. Todo son ventajas. En un bonito ejemplo de conciliación de la vida familiar y la otra, G. la dejó en el esquiladero a las 16:30, y yo fui a recogerla a las 16:45 y esperé hasta que estuvo lista a las 17:30. Como en Lady Halcón pero sin ropajes medievales. ¿No es bonito?

Por la noche, para terminar de ejemplificar la idílica vida de la juventud española, discutimos un poco, pero lo solucionamos rápido porque a las nueve y media empezaba la segunda temporada de Perdidos. Para que luego digan que la tele separa a las familias.
Y esta tarde, La comunidad. Estoy deseando.

lunes, abril 03, 2006

absurdos para el lunes

Una recomendación: Reencarnación, que es el memo título que le pusieron a Birth, supongo que para atraer a público de ese que va al cine en masa. Los que picaron se sorprenderían, porque Reencarnación es una película alejada de efectismos y sustos. Y tiene muchas cosas buenas. Como es lunes y estoy en bajo consumo, no las digo. Bueno, una: se hace corta. Bueno, dos: no se dice una palabra de más.

Una duda: mañana voy a asistir, si nadie lo remedia, a mi primera reunión de vecinos. He pensado ir en pijama, pero no sé si ponerme las zapatillas domésticas o ir calzada de calle. Yo ya he tomado la decisión, pero podéis argumentar.

domingo, abril 02, 2006

primavera en Manderlay



Hay que valorar la abstracción. Sobre todo cuando la mayoría de productos a la venta son tan fáciles de digerir como un puré. Pero aún las obras que se sustentan en la abstracción corren el peligro de ser interpretadas como un panfleto. Sin serlo.

Manderlay es a lo mejor menos instantánea que Dogville, pero igual de efectiva (por dentro y por fuera). Y ya está. Luego siempre habrá quien se quiera quedar con que (sólo) son críticas al país ese, que desde luego es mucho más fácil para mirar desde fuera. Y lo que gusta el maniqueísmo, que siempre viene a ayudar y poner las cosas en su sitio. Cuando nos lo quitan, no sabemos cómo interpretar lo que tenemos delante.


Aparte de todo esto, siempre nos queda la seguridad que nos presta el bar de la esquina.


Y la canción: "Young Americans", David Bowie.