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...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

martes, enero 30, 2007

incubadora

Desde el domingo por la tarde he gestado en mi interior un par de cosas:

1. Un plan de exterminio contra los robatiempo. Igual exterminio suena muy contundente. Pero es que ese es el plan, que no quede ni uno a mi alrededor. Con los robatiempo hay que tener mucho cuidado, están a la que salta. Son expertos en reclamar su tiempo y disponer del tuyo como les da la gana, en hablar y en no escuchar, en vivir a lo grande sus pequeñas tragedias y minimizar las tuyas. También hay que estar atenta a que no se acerquen a nadie que te guste, porque entonces tienes doble trabajo. Te pasaría como a Michael Scofield, que primero tienes que salvar a tu hermano, y en el transcurso se van añadiendo un montón de delincuentes, y luego tu sobrino adolescente, y así cualquier fuga se complica. La parte buena es que escaparse con alguien siempre tiene más gracia que hacerlo solo.

2. Un resfriado exprés. En el trayecto Madrid-Jerez empecé a estornudar. Con esos asientos tan pegados unos a otros. Iba sola con mis kleenex y mi estupor por ese moqueo repentino. Turbulencias, avisa la voz sobre nuestras cabezas, abróchense los cinturones. Yo nunca me lo quito, entre el despegue y el aterrizaje te quedan un total de veinticinco minutos disponibles sin cinturón, no compensa el abrocha y desabrocha. Turbulencias, y los pasajeros se miran unos a otros con esa cara de levantar las cejas y jeje. ¿Quién no ha visto una película en la que el avión se estrella después de unas turbulencias y un abróchense los cinturones?
Estrellarse en un vuelo Madrid-Jerez sería tan discreto.




(Sobre los Goya sólo voy a decir que no fueron tan de vergüenza ajena, vale. ¿Pero sería mucho pedir que si se hace el seguimiento de la entrada de las pujantes estrellas del cine español, se haga sabiendo quiénes son los que se acercan? -Uhm, eh, ah, aquí vienen nuestros actores. Esta fulanita de la que por supuesto no sé su nombre hizo alguna película con Ernesto Alterio. Esta joven actriz que ni idea de quién es, ganó un Goya hace algunos años-. ¿Y esa alfombra verdosa era necesaria?)

sábado, enero 27, 2007

como en un telefilm

Los sábados por la tarde no suele pasar nada. Tal vez algún pequeno milagro cotidiano, o que te sorprendas en un bar dándote cuenta de que eres feliz. Colchones para el lunes.

Pero como siempre pasan cosas que desmienten cualquier teoría que se pueda tener, el sábado pasado por la tarde sonó el teléfono.


Cuando alguien marca tu número más de un aÑo después de haberos encontrado, para contarte todo lo bueno que le ha pasado desde entonces, y te explica que estuvo muchas veces a punto de llamarte pero pensaba que igual no te acordabas de ella, hasta que esa tarde dijo ¨de hoy no pasa¨ y marcó, y qué alegría que todavía tuvieras su número guardado y dijeras su nombre al descolgar. Era una llamada para darme las gracias, dijo.


Y podría hacerme la guay y dejarlo ahí, pero cuando colgué y en voz alta hice un resumen de la conversación, me puse a llorar como una Ellen Pompeo cualquiera en busca de su Emmy. Supongo que porque estás más preparada para lo malo que para lo bueno. Y eso sí que es un asco.

viernes, enero 26, 2007

el sistema métrico decimal

Supongamos. Cuando una tiene la temperatura habitual de 35.5 grados, y se pone el termómetro y marca 37.01, podemos estar de acuerdo en que esa una sienta el conjunto de síntomas que se conocen como "estado febril". Que la temperatura de otros sujetos sea, en condiciones normales, de 36.6, y apenas noten la diferencia, no sólo es nada significativo para esa una de la que hablamos, sino que puede llegar a ser irritante (dentro de la moderación) la minimización de ese malestar (no por distinto menos real) por parte del resto de sujetos muestreados.

Corolario: cuando tienes frío, no necesitas que vengan a convencerte de que no hace, sino una manta.



Y como todo está relacionado, yo de lo quería hablar era de esa tendencia al alargamiento que asola las galas televisivas. Sopor. Aunque igual lo hacen por nuestro bien, para que aprovechemos esas tres horas en simultanear tareas.

jueves, enero 25, 2007

sucedidos


  • Nieva.
  • El género humano me sorprende. Tal vez debería incluir un todavía.
  • Penélope Cruz puede y debe darse con un canto en los dientes.
  • Veo 3/4 partes de un capítulo de The closer, y sigo sin entender por qué aquí no salen bien ni las copias. O lo entiendo, que es peor.
  • Estoy huérfana de Digital Plus. Si algún día usase una agenda sería para apuntar cuántos capítulos tengo que recuperar de Big Love. Por ejemplo.
  • Me pregunto cómo habrá sido la sensación de extrañamiento de la joven de la selva camboyana.
  • Sólo de imaginarme esta historia en imágenes me dan vahídos.
  • Estoy intentando valorar si es más fácil restaurar una superficie erosionada por un huracán u otra desgastada por una gota fría y persistente.
  • Y casi lo más importante de todo, la vida en Hyrule es dura. Y cuando eres lobo, más. Aunque seas un lobo tan atractivo.

miércoles, enero 24, 2007

unas veces las cosas son lo que parecen y otras veces no (II)

lunes, enero 22, 2007

unas veces las cosas son lo que parecen y otras veces no

Cuando fui teenager tuve un Vespino rojo. Enseguida aprendías a distinguir las averías, si no arrancaba por más que le dieras a los pedales, bujía sucia, aprendías a sacarla, limpiarla y volverla a poner, o a cambiarla por otra nueva si la usada no daba más de sí.
Si ibas sintiéndote un peligro público, as de la velocidad, un aquí estoy yo a cuarenta por hora y notabas un tironcillo y una especie de desmayo, carburador sucio. Nunca aprendí a limpiarlo, eso era para expertos. Cuando sonaban unas pequeñas explosiones (el sustantivo más grande que el ruido), tubo de escape atascado, llevabas la moto al taller para que lo desatascaran, o lo cambiaran por uno nuevo. Si ignorabas la lucecita de la reserva y se paraba con un ruido como de no poder más, te habías quedado sin gasolina, entonces podías soplar con la boca en el depósito y de paso inhalar unos cuantos gases tóxicos, y luego intentar arrancar y llegar hasta la gasolinera.
Y así, haciendo tratos con la maquinaria, pasaba el tiempo, y un día, parecía que ya no arrancaba más. El motor. Cuando el mecánico decía "el motor", moviendo la cabeza, había que tomar una decisión. "Ya no va a tirar más de lo que tira, si quieres puedo limpiarlo todo a ver si aguanta bien, pero cuando empiezan así..." Y entonces éramos teenagers y no estábamos tan curtidos por las series de hospitales, y los mecánicos no tenían formación específica para atenuar el golpe usando palabras más suaves, y todo lo decían moviendo la cabeza, que en lenguaje universal de los talleres, los hospitales, los juzgados, los colegios y los servicios técnicos quiere decir malas noticias. Y decidías. "Sí, límpialo a ver, yo creo que irá bien, tampoco necesito que corra tanto". Y eso era verdad. Y cuando ibas a recogerlo y volvías a casa a cuarenta por hora, o a treinta, o a veinte, sentada en ese sillín que a veces era tan incómodo, y a veces echabas tanto de menos, te parecía que nada podría ser mejor que tener las manos sobre los frenos e ir a donde quisieras ir. O a donde pudieras.

Y también estaban los que pensaban que ya estaba bien y que total, ya había durado bastante.

Había que tener suerte, porque te podía tocar una moto que generaba problemas desde el primer día, ni te daba tiempo de cogerles cariño y ya te estaban fallando. Y había que tener ganas, porque siempre se corría el peligro de acostumbrarte a prescindir de ella tan rápido como te acostumbraste a arrancar y frenar.




jueves, enero 18, 2007

una razón más para amar a Veronica Mars

A veces conoces a alguien y sólo tiene que decir "sinceramente", mirar de arriba a abajo, llevar unos zapatos infames, levantar la voz un decibelio de más o aferrar su cartera con demasiada intensidad para caer(me) en desgracia. Y ahí se suelen quedar.
Y otras veces pasa al revés.

Este vídeo demuestra que no me equivocaba.


Y no, todavía no he perdido la cabeza del todo, y distingo entre actriz y personaje, pero, ¿qué más da la distinción?

De la serie hablaré otro día.

lunes, enero 15, 2007

la increíble verdad

Después de un plácido trayecto en AVE, y un menos plácido recorrido en autobús, y después de demostrar que tras una apariencia tranquila se esconden unas piernas capaces de transportar velozmente este cuerpo (más su maleta, y su bolso con la DS, la Wii cuidadosamente envuelta, el mp3, el móvil, una botellita de agua, un bolígrafo, unos cuantos papeles, un paquete de kleenex, dos llaveros con sus llaves, la cartera y un rey mago salido del roscón de Reyes, y que era imprescindible que recorriese también casi 800 kilómetros) en sólo veinte minutos, de la estación de tren a la de autobuses:
El conductor va muy rápido en algunos tramos, y visualizo como el autobús da vueltas (pero no muchas), y pienso si me daría tiempo de coger el bolso antes de salir por la rota ventanilla, y en cuántos segundos necesitaría para orientarme y saber ponerme de pie en un autobús volcado.
Cuando quedan dos horas para llegar, tienen a bien ponernos una película recién salida al mercado del dvd. Me sirve para descubrir a Frances Conroy - a la que últimamente me encuentro en todas partes- pre-Ruth Fisher.
Cuando voy de camino a casa de mi archienemiga, llamo a mi madre:
- Mamá, soy yo, te llamé esta mañana un par de veces pero no estabas, que estoy en Oviedo.
- Ay hija, si te acabo de llamar al fijo, estás como una cabra.
- Lo sé.
- ¿Y por qué no me dijiste anoche que te ibas?
- Porque no lo sabía seguro.
- ¿Lo has decidido con la almohada?
- Je, sí.
- ¿Qué es ese ruido?
- Las ruedas de la maleta.
- ¿Vas andando? ¿Está cerca?
- Sí.
- ¿Cómo de cerca?
- Como de casa a casa de mi hermana. Bueno, como de casa a un poco más adelante de casa de mi hermana. Eso, sí.
- ¿Que has ido en tren y autobús?
- Sí, qué poco me cuesta arrancar, a quién saldré.
- (...)
- Ya, si no tuviera un aliciente, no habría arrancado.
- Eso, hija.
- Lo sé.
(Extracto).

Y aquí estoy.

[ A pesar de mi afición a las celebraciones absurdas, o seguramente justo por eso, los aniversarios nunca han despertado mucho mi interés, pero hago una excepción: en estos quince días que le quedan al mes, este sitio alcanza la longeva edad de dos años. Tratándose de mí, nunca lo hubiera dicho. O sí. El asunto: se abre la ronda de ruegos y preguntas. Si queréis que cuente mi primera comunión, cuántas veces he llamado al trabajo para decir que estoy enferma siendo mentira, mi récord de ingesta de bebistrajos sin caer redonda, o cuando descubrí que no me gusta la leche caliente, ahora es el momento. Luego ya me encargaré yo de seleccionar. Faltaría más.]

viernes, enero 12, 2007

carta a tres esposas


Mientras las productoras españolas siguen cometiendo crímenes contra la ficción (y ahí lo dejo), ayer estos ojos se pusieron delante de otra serie salida de ese templo televisivo (al que todos deberíamos peregrinar una vez en la vida).
La cosa se llama Big love, y trata de lo siguiente: un hombre de negocios (Bill Paxton, al que siempre recordaré como Chet, el insoportable hermano mayor tirando a la demencia de La mujer explosiva) vive con su familia y tiene los problemas que tienen las familias: que no llegamos a fin de mes, no me pidas dinero que no tengo, hijo para qué necesitas un rifle nuevo, por qué se me habrá presentado esta pequeña disfunción eréctil... Todo eso multiplicado por tres, porque Bill Henrickson tiene tres mujeres y siete hijos (algunos hablan y otros no), cada madre con sus hijos vive en una casa contigua a las otras dos, y organizan el calendario de noches, cumpleaños, celebraciones y otros eventos.
Ahora es cuando hablo del reparto.
Las esposas son Jeanne Tripplehorn (la que manda, que ha ganado mucho con el paso del tiempo, y antes ni fu ni fa y desde ayer soy fan), Clhoë Sevigny (la segunda, tiene un problemilla con las tarjetas de crédito y con su vida) y Margene Heffman (la última en llegar, y que está un poco-bastante superada por las circunstancias y el cambio de pañales masivo).
También salen Bruce Dern, Harry Dean Stanton, Grace Zabriskie (por el nombre a lo mejor no, pero esa cara...), Tina Majorino (a la que recordaba con la cabeza más pequeña, pero a la que me alegré de ver) y Amanda Seyfred (difunta amiga de Veronica Mars y difunto cerebro en Chicas malas).

No creo que haga falta contar más cosas para tener ganas de verla, pero podría y podré si alguien lo requiere.

Y dentro de tres horas estaré cogiendo otro tren y otro autobús. Y me llevo mi Wii conmigo, faltaría más.

jueves, enero 11, 2007

si el humor matara

Durante las navidades, suena el teléfono, me levanto y descuelgo (esto que podría parecer lo habitual no lo es tanto porque casi siempre son señales para que llame yo):
- Hola, ¿podría hablar con -mi nombre insertado-?
- Sí, soy yo.
- Soy Fulanita de Copas, estuvimos hablando hace unos meses de un plan de ahorro, ¿te acuerdas?
- Sí, sí, me acuerdo.
- Esperabas estar trabajando para estas fechas me dijiste, ¿verdad?
- Sí, eso esperaba, pero ahora mismo estoy de baja.
- Vaya, ¿ha pasado algo?
- Pues sí, -insertar risa pequeña- han pasado algunas cosillas.
- Bueno, entonces dejamos lo del ahorro para otro momento, ¿no?
- Mejor sí, no creo que vaya a ahorrar mucho ahora.
- ¿Y qué te ha pasado, un accidente?
- No, un tumor.
- Vaya... No te voy a preguntar más, ahora a cuidarte y ponerte bien.
- No, tranquila, si no es nada del otro mundo.
- Claro, si hoy en día ya el 95% de los casos... tanto si son de mama como de vagina, no pasa nada.
- (¿Ha dicho vagina?) No, yo la vagina la tengo más o menos bien, es de ovario. Una cosa muy normal en gente de mi edad.
- Claro, claro, en muchos casos no hace falta ni operar, con el tratamiento se disuelve.(¿?)
- No, si ya me operaron y todo, por si acaso no se disolvía, ya sabes.
- Claro, claro, ahora a recuperarte.
- Estoy bastante recuperada, creo, pero el trabajo desgasta mucho, ¿no te parece?
- Es verdad, tú ahora a ocuparte de ti misma y ya vuelves en las mejores condiciones.
- Esa es la idea.
- Entonces, ¿cuándo puedo llamarte, te parece bien a finales de enero?
- Sí, así ya habrán pasado de sobra las navidades y sabré algo más de mi panorama laboral.

(Aquí va la despedida con besos y los mejores deseos).

Y no me he inventado ni una palabra.


miércoles, enero 10, 2007

la maleta que nunca se deshace

Como quien no quiere la cosa estoy de vuelta. Y a lo grande, en el tren de las 7:15. Y más a lo grande, haciendo una entrevista de trabajo (creo).
Pero que se sepa que mientras todo eso pasaba, yo estaba pensando en llegar, desempaquetar (otra vez) la Wii y probar Zelda (cortesía de mi archienemiga). Y mientras todo eso pasaba también me perdía en ensoñaciones tirando a varios colores (por no escoger sólo uno).

Y el entrevistador se ha reído mucho mientras duraba la cosa y ha dicho "pues pareces seria", y yo he dicho "si me hubieran dado un euro por cada vez que me han dicho eso, no estaría buscando trabajo". Y he pensado que antes lo decía usando una moneda de veinte duros, así que tienen que habérmelo dicho muchas veces, que hasta se ha actualizado la moneda. Y también he pensado, pero no lo he dicho, que no sé si estoy buscando trabajo o un billete de avión. U otra cosa.

Y ahora un café, el pijama, y la maquinita o el sofá. Ya, ya sé que no son formas. Ni horas, pero, ¿quién se resiste?

lunes, enero 08, 2007

todo lo que cabe en una semana de nueve días

Me ha dado tiempo de coger un tren, un autobús y dos aviones. Y como siempre, el viaje de vuelta es más rápido que el de ida. El tiempo que avanza es injusto, quiero que conste.
Y el atmosférico es raro, quiero que conste también que en Oviedo no ha hecho frío apenas, ni un nublado.
Los calamares rellenos de fin de año fueron un éxito, y el día de Reyes adelantado al uno, también. A partir de ahora pueden correr por ahí infundios sobre mi falta de pericia guitarrera. Todo falso. Es muy difícil tocar mientras mi archienemiga hace comentarios irónicos, me da la risa y la melodía rockera se convierte en una performance sónica tirando a jipi preindustrial.
También tuve dos raciones de masaje profesional, las dos igual de beneficiosas pero con fines diferentes: en una me quedé dormida y en la otra fui recompensada con un: aguantas muy bien el dolor. Recogí la frase como una medalla de oro olímpica.
Y sobre la excursión ovetense no voy a contar nada más para no precipitarme por los abismos de la cursilería.
En el día de Reyes oficial ha caído en mis expectantes manos la máquina más bella del mundo (cuando yo creía que iba a tener que esperar hasta la reposición de existencias). Ésta. He descubierto mi talento natural para el golf y he confirmado el de los bolos. Me acuerdo mucho de Jack Nicklaus.
Y ya estoy pensando en volver a coger un avión. O dos. Aunque vuelvan a cachearme el gorro de gnomo por si guardo una granada en el borlón.