Contador de visitas

...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

viernes, junio 29, 2007

engranajes

Pensé que sería raro ver en la inmensa pantalla de un cine a gente a la que conozco tanto. Pero no. Así que no tuve ninguna sensación de madre/tía/abuela en la función de fin de curso de su hijo/sobrino/nieto. Y lo que es mejor, al acabar pude explicar por qué que me había gustado mucho con ese entusiasmo de cuando algo me gusta mucho. Y le pude decir a la directora lo que me había parecido sin tener que limitarme a: sí, sí, está muy bien.
Con lo difícil que está el mundo de la comedia, que oigo: es una comedia, y me echo a temblar.
De la fiesta posterior sólo voy a decir que un fornido joven con traje y corbata me dejó pasar.
Menos mal que en los alrededores había bares para los disidentes. Que fuimos bastantes.

Ayer fue el día de cuántotalentomerodea. Antes del corto también me entusiasmé oyendo lo que ha hecho M. Que te lean un cuento a tres voces es un lujo asiático.

Y ahora, una selección musical parcial de mis años noventa. De cuando existía la revista Factory. De cuando entrábamos en el cuartito de la música del bar y poníamos lo que nos daba la gana mientras nos dejaban. De cuando fui a la tienda de discos pensando llevarme uno y salí con otro, con ese título tan bello. De cuando fuimos a aquel festival en Camas y pretendimos volver andando.
Aquí está: años 90.

Y aquí mis pitillo y yo descansando después de la ardua selección musical.


Por último, una muestra. Un grupo sueco con un nombre que me gustaba tanto que bastante tiempo más tarde perpetré un dibujo llamado igual, Red Sleeping Beauty.




miércoles, junio 27, 2007

un par de asuntos

Me encanta ese momento en el que sé, con una certeza más allá de toda duda, que me voy a enganchar a algo. Y me acompaña el bono extra de tener esta personalidad tan propensa al enganchamiento y tan poco propensa a atormentarme. Sirva esto para que quede claro que yo sólo me engancho a cosas que me producen satisfacción, no martirio. Téngase en cuenta la subjetividad.
Y el penúltimo hallazgo ha sido éste: Picross. Vivo en un mundo de cuadraditos.
Y en la otra cara de la moneda: Anatomía de Grey, que es una serie que me he resistido a ver en versión original y a descargarla, así que me estoy indignando gradualmente pero con la inexorabilidad de una bola de nieve bajando por una pendiente de cuarenta y cinco grados. Lo único que me queda desear es que la doctora Torres monte en cólera y reparta mandobles a esa panda de sietemesinos, y que los guionistas recuperen la cordura y le devuelvan la dignidad a Cristina pero rápido.
Después de haberles dado a todos su merecido, la doctora Torres y Addison deberían establecerse en otro hospital, pero no en ese centro de salud medio jipi que se han sacado de la manga, que esa es otra. Médicos, bermudas, batidos de frutas y patinadoras por el paseo marítimo, no le veo futuro. Vale que en Los vigilantes de la playa se veían procedimientos médicos de vez en cuando, pero no es lo mismo. Cuánto hay que sufrir.

martes, junio 26, 2007

d de desayuno y s de (pequeña gran) satisfacción

Hoy hablaremos de mi peculiar relación con el café del desayuno.
Nunca lo acabo de un tirón. Y con eso no quiero decir que tarde mucho en acabarlo, quiero decir que siempre dejo algo, un par de centímetros o tres, la cantidad es lo de menos, en la taza, y si estoy en casa haciendo cosas importantísmas como siempre, se queda encima de la mesa. Y luego, cuando vuelvo a cogerla y veo que queda algo, siempre me alegro mucho y me sorprendo tanto.
Y si tengo que salir a hacer cosas también importantísimas, se queda encima de la mesa, y antes de salir vuelvo a cogerla, veo que queda algo y siempre me alegro mucho y me sorprendo tanto.
Y esta ha sido la versión corta de mi peculiar relación con el café del desayuno.

lunes, junio 25, 2007

s de sorpresa

Estaba yo el viernes por la tarde tumbada en el sofá, descansando de los acontecimientos del día.
Y llega un mensaje que dice: ¿a qué hora quedamos mañana?
Y como la remitente está a mil kilómetros (bueno, a 789, dice la internet), pienso: esta se ha equivocado de número.
Pasan un par de horas y estoy en la calle. Otro: que no me he equivocado de número, que vamos a pasar el fin de semana.
Si es que no se pueden hacer planes. Y menos mal.
Y al día siguiente ahí estaba yo, bajando las escaleras para buscar a una persona a la que sólo una semana antes pensaba que iba a tardar mucho más en volver a ver.
Las siguientes doce horas ya han pasado a la historia.

Y para el domingo, mientras haya pizza, esto, esto, mandos a distancia, memoria para acordarse de las frases míticas de la tarde y la noche anteriores, y ganas para volver a reírte mientras te acuerdas, todo va bien. Mejor que bien.
Y ni chispa de resaca.


viernes, junio 22, 2007

las cosas como eran


Estaba buscando otra cosa para enseñarla, una superheroína de los ochenta que es una de mis posesiones más preciadas, pero no la he encontrado y se me ha cruzado esto por el camino. "Serie ofrecida por TVE". Me encanta, con el logo a todo tamaño. Que ahora pusieran dibujos animados en la Primera es ciencia ficción.
Al final va a resultar que soy una coleccionista.


El otro estaba explorando un cd con sintonías de series y me encontré con una que me hizo recordar una serie en la que no pensaba desde hace diez años. Esta es la tonadilla:



Y esto es un concurso. Quien averigüe de qué serie se trata obtendrá un premio a la medida de su sagacidad y conocimiento. Un premio de los que se envían por correo ordinario y que, es fácil intuirlo, todavía no sé exactamente en qué consistirá.
Tres pistas:
- Es una serie francesa.
- Los que en la fecha de su emisión tuvieran tele autonómica tienen un poco de ventaja.
- Los protagonistas tenían un grupo.

Las respuestas al mail. Y no os quejéis que no es misión imposible.

jueves, junio 21, 2007

leyes de obligado cumplimiento

Si tienes que madrugar para ir a enfrentarte con unos horripilantes asuntos relacionados con ierrepeefes, nóminas, y el concepto "adiós a la declaración voluntaria, hola a la obligatoria" (y más cosas), y la noche antes quedas para cenar con X y con Y, y cenas, y todavía es una hora más que prudencial, y lo tienes todo en tu mano para irte a tu casa y levantarte al día siguiente lo más despejada que te permite tu organismo, pero no, te despides poniendo cara de inocente y diez minutos más tarde estás hablando por teléfono con Z, que está en la calle tal esquina con cual, es seguro que vas. Y llegas a tu casa, sí, pero tres horas más tarde.
Y estoy tan despejada que lo primero que he pensado hoy cuando ha sonado el despertador ha sido: Newark. A mí que me registren.

miércoles, junio 20, 2007

la relatividad del éxito

- Hemos tocado techo, ¿eh?.
- Esto sí que ha sido un where everybody knows your name. Jo.

Y ahora, dejemos ahí a las protagonistas y hagamos un flash-back, pero pequeño, de sitcom, no como los de Perdidos.
(Pulsen play)



Un par de minutos antes, suena el teléfono público del bar. Y desde la barra, A. me hace señas para que lo coja. ¿Yo? Que sí, que lo coja. Me pongo tan nerviosa que hasta tropiezo al levantarme.
- ¿Sí?
- Hola, ¿tú quién eres?
- Yo C., una de la clientela.
- Ah, vale, ¿no está R.?
- Sí, espera un momento.
(A. me dice por señas que R. no se puede poner).
- Perdona, me dicen que no se puede poner.
- Bueno, dentro de un rato llamo.
- ¿Quién eres? Así le digo a R. que has llamado.
- Uy, es verdad, que no te lo he dicho, soy ML.
- Vale, ya se lo digo.
- Hasta luego.
- Hasta luego.

Mientras vuelvo a la mesa otro A. me pregunta que quién era, se lo digo obediente y me siento con la misma satisfacción que si me hubieran nombrado consejera con voto de la cúpula de una empresa, suponiendo que ese caso pudiera darse. Qué digo, con mucha más.

Y en ese momento:
- Hemos tocado techo, ¿eh?
- Esto sí que ha sido un where everybody knows your name. Jo.

martes, junio 19, 2007

la vida sencilla


Otro ejemplo más de mi vertiginosa productividad. Ahora espero no boicotearme mucho y colgarlo rápido en mi habitación. Se admiten apuestas.

El otro día dos presencias en Caso abierto (a estas alturas no sé si debería escribir un ensayo con los porqués de mi amor desmedido por esta serie) me hicieron dar un respingo de satisfacción: una, Thomas Calabro, el eterno doctor Michael Mancini, suspiro (cómo evolucionaban esos personajes de Melrose Place); en otro capítulo Meredith Baxter (la madre de las madres) es la madre con tendencia al suellenismo de Lilly Rush. Que estas personas tan cercanas a mí sigan en activo me tranquiliza, y de una forma un tanto rara si queréis, me hace sentir que todo está en su sitio. Reconfortar es un verbo bonito.

He asistido a un espectáculo sin parangón, The Simple Life, por fin doblado, que es mucho más descansado que verlo en inglés, y puedes concentrarte en lo importante. Que se negaran a desplumar unos pollos me parece lo más normal del mundo, sin ser ninguna rica heredera, si a mí me enfrentan a esa pila de aves muertas no tendrían rancheras bastante veloces para darme alcance. Por no hablar de dormir en una cama con garrapatas. Arg. Pobrecillas.
Sólo dura veinte cortos minutos, y te da la oportunidad de conocer a los abuelos de la familia de granjeros. Míticos.
Una foto para ilustrar, aquí.

domingo, junio 17, 2007

algunas cosas que van pasando

  • El viernes fue el día de los tres hermanitos. El día de los tres hermanitos se celebra cuando coincidimos los tres en esta ciudad en la que vivimos la mayor y el pequeño. Pero lo que hace que este día se llame así, y no cuenten las cientos de veces que estamos juntos en casa de mi madre, es la llamada de teléfono. La llamada de teléfono se realiza desde mi casa; digo: voy a llamar a tu madre (entre nosotros la llamamos así, "tu madre", aunque a ella la llamamos "mamá", que no se diga que somos unos desnaturalizados), y llamo.
- Mamá, que estamos aquí los tres.
-Ay, hija, cómo me gusta eso.
- Por eso llamamos.
(Voces de fondo).
- Dice mi hermana que si vas a llorar de la emoción.
- Casi, qué malaje tenéis.
Y nos reímos, y ella dice: reíros lo que os de la gana, a mí me da igual.
Y la entiendo.
  • He tocado techo (y observad que digo techo y no fondo, que es lo que podría parecer) de lo mío. He visto una serie que la Fox (maldita) ya ha cancelado en USA. ¿Por qué la cancelan? No lo entiendo. ¿Por qué la he visto aunque sé que nunca voy a saber como termina? Pues porque soy así y no lo puedo evitar, porque sale Melanie Linskey, porque yo quería, quería saber cómo era la serie. Ahora he visto esos cuatro capítulos, y en el cuarto pasan multitud de cosas, y se queda todo en el aire, y lo único que me queda es ver esas tres migajas en forma de episodio que se emitirán en julio y fantasear con lo hermoso que habría sido añadir esta nueva y modesta adicción a mi lista. ¿Qué será de Wendy?, ¿seguirá Alex Tully conduciendo de esa forma tan apoteósica?, ¿dejará el militar a su esposa en una cuneta? (voto por que lo haga), tantos interrogantes se van a quedar sin respuesta... Sí, el argumento, un grupo de personas sin ninguna relación entre sí, participan (cada una de ellas por motivos más o menos interesantes y más o menos oscuros) en una carrera ilegal a través de los EEUU. El premio para el ganador, treinta y dos millones de dólares, y en algunos casos algún extra en forma de ser querido recuperado. Tenemos una carrera, varios personajes (con la libertad que eso te da para coger manías y simpatías sin que nadie te moleste), una misteriosa y retorcida organización, finales de los de "oh" y "¡eh! y una factura más que decente. En fin, que habría podido seguirla con la misma devoción y espíritu "and the next week" que a Prison Break. Y aquí un vídeo orientativo por si consigo que a alguien se le despierte el interés y me acompañe en este drama que estoy viviendo. Luego podemos jugar a inventar los finales. (¿Funciona?).





  • Llevo varios días pensando en que una de las cosas que el mundo necesita es un Comité por el buen uso de la trompeta en la música moderna. Y en esas estaba, ya tenía y tengo una lista de canciones ilustrativas de lo que se debe hacer, cuando B. me puso en los oídos (literalmente) este ejemplo. - Escucha esto que te va a gustar, dijo.
Me gusta tanto que me conozcan, (sí, este es otro tema, alejémonos por un momento de este apasionante concepto del Comité), y también me gusta tanto que me quieran/quisieran conocer.

Y sí que me gustó, muchísimo, aquí os la dejo para que os vayáis familiarizando con el buen uso de la trompeta en la música moderna. Coincidiréis conmigo en que es una necesidad.






Una canción perfecta para un lunes como hoy. Si la escuchas mientras vas por la calle es imposible no bailar un poco. Y también es perfecta para hacerse la guay mientras la gente con la que te vas cruzando no tiene ni idea de nada. Así soy, pero me queréis igual.


viernes, junio 15, 2007

1/2 y 2/2

El 11 de este mes se cumplieron veinticinco años del estreno de E.T., el extraterrestre. Estaba tomando algo antes de entrar en el cine (anteayer, no hace veinticinco años), me acordé de cuando la vi por primera vez, y lo conté en voz alta.
Era verano, y me acuerdo, no por el calor en sí, sino por las vacaciones y la ropa corta (mangas y perneras). Y era esa hora de tanto silencio, la de la siesta aunque nadie esté durmiendo la siesta. Entonces sonó el timbre.
Hacía poco del advenimiento del VHS, y todavía recuerdo el tacto de las teclas de ese mando a distancia con cable (muchos metros de cable, para que no hubiera queja) que a mí me parecía el colmo de la magia tecnológica. Y de la magia en general.
Pero el Beta todavía resistía, y en los videoclubs las estanterías aún estaban igualadas. Alquiler de películas. Estaba todo tan poco usado.
Había sonado el timbre, y mi madre le abrió la puerta a la vecina del octavo. Y la vecina del octavo preguntó por mi hermana y por mí. Eso ya era un acontecimiento en sí mismo, porque con sus hijos sólo coincidíamos jugando en la calle a esos juegos que me enseñaron por anticipado lo que se siente cuando luchas por pasar de fase en un videojuego.
Que si queríamos subir a ver E.T. cuando pasara un rato, que la habían alquilado. Claro que queríamos ver E.T.
Y al rato subimos en el ascensor las siete plantas que nos separaban. No decíamos ni pío, íbamos a ver E.T.
Entramos en el salón y me senté en el suelo delante de la tele, esperando sin quitarle la vista de encima a la pantalla. Y apostaría que con la misma cara de reverencia que pongo hoy cuando estoy esperando para ver algo que sé que me va a gustar mucho.
Y la película empezó. Y ya desde el principio noté que pasaba algo raro, aunque como nunca me ha gustado desconfiar, esperé. Pero cuando apareció el título en la pantalla comprendí que era inútil negar la evidencia. Un rayo de luz. Era Un rayo de luz. Y ya la había visto.
La vi entera y sin rechistar, ni volví la cabeza buscando una explicación de los ocupantes del sofá. ¿Qué por qué la vecina del octavo anunció falsamente la proyección de E.T.? Ese es un enigma de los que quedan sin respuesta.
Y así aprendí lo que se siente cuando esperas una cosa y te encuentras con otra. Y no tiene por qué ser una decepción.
He dicho al principio que estaba tomando algo antes de entrar en el cine, y me acordé de la primera vez que vi E.T, y os habéis encontrado con otra cosa. Pero no he mentido del todo.

Entré en el cine a ver Zodiac.


El primer concepto que asociamos al músculo es la fuerza. ¿Pero qué sería de la fuerza si no fuera precisa? Zodiac funciona así, me imagino muchos músculos pequeños y obsesivamente precisos creando una maquinaria llena de detalles, y con un émbolo capaz de insuflarle a esa gran maquinaria una fuerza descomunal. Lo extenso y los detalles.
Zodiac es una película obsesiva sobre gente con una obsesión. Por eso es larga. Por eso lo cuenta todo y de una forma tan minuciosa. Por eso lo cuenta tan bien.
Entiendo que haya gente que se revuelva en sus asientos y no vea la hora de que se acabe de una vez esa búsqueda que al final sólo tiene sentido para aquellos que "tienen que hacerlo porque si no nadie lo va a hacer".
Están lo que se quedan por el camino y el que en mayor medida sigue hasta al final, siguiendo un camino inverso de implicación en el caso.
Están los actores, todos, que lo hacen tan tan bien que me daban ganas de darles un premio en el acto. Están los atuendos de Mark Ruffalo
. Está reencontrarse con Anthony Edwards. Y como extra, está Clea Duvall sin acreditar.
Y este es el momento en el que me quedo pensando si habré conseguido reflejar el entusiasmo.

Salí del cine tan contenta que dije que tenía ganas de saltar y bailar, y mientras tomábamos algo en el mismo sitio donde habíamos estado antes de entrar, di un discurso febril y atropellado sobre que la película trata también del momento en el que descubres que tienes miedo, y expliqué por qué me atrae la gente que tiene una obsesión, y volví a hablar de las obsesiones y de lo bien que lo contaban en la película con un par de planos, y dije lo bien que estaban todos, ¿y habéis visto lo bien que lo hace Chloe Sevigny?, no pone ninguna de las caras de chloesevignysmo que me ponen nerviosa, ¿os fijasteis en cuándo ella llega y le da el sobre y él está ahí...?, ¿y en cuando está la pareja en el lago y...?


miércoles, junio 13, 2007

así

martes, junio 12, 2007

lo inexorable somos nosotros

Soy incapaz de irme a la cama temprano. Más exacto, soy incapaz de dormirme temprano. Más aún, soy incapaz de decidir que ya ha llegado la hora de dormirse. Y no es por insomnio. Y no es cuando no tengo que madrugar al día siguiente. Constan en mi expediente pruebas empíricas que demuestran que el miedo al madrugón (que lo tengo) es más débil que mi falta de disciplina.

(Voz en off. La que prefiráis).

Recuerdo aquellas navidades en las que me regalaron dar un curso aquí. En el lenguaje de los transportes públicos se traduce como "el quinto pino en medio de nada a la misma distancia de una capital de provincia que de la otra". Así que decidí salir desde aquí y no ir a Villa Chinchilla. Salir desde aquí significó despertarme (es un decir) a las 5:30 a.m., ir haciendo una ruta turística por todos los pueblos del camino, y volver haciendo la misma ruta (pero en un estado mucho más lamentable que a la ida, porque se puede) doce horas más tarde. Qué frío hacía, qué pena me daba de todos los que íbamos en el autobús.
A la ida fantaseaba con lo prontísimo que me iba a ir esa noche a la cama, a la vuelta fantaseaba medio inconsciente con los castigos que les infligiría al día siguiente a los alumnos.
Pero no contaba conmigo misma y mi capacidad para sabotear mis buenas intenciones, calculaba la hora a la que me tendría que ir a la cama para dormir ocho horas y me salía una cifra horrible, imposible, propia de una granjera cuáquera.
Y me entretenía sin poder ni querer remediarlo, hasta que dormir ocho horas se convertía en dormir tres y media.
Y a la mañana (o lo que fuera aquello) siguiente, qué frío hacía, qué pena me daba de todos los que íbamos en el autobús, y lo que me esperaba al llegar, una clase con un alijo de botellas de anís y polvorones y acontecimientos dignos de salir en Gente. Pero esa es otra historia.

lunes, junio 11, 2007

el empleo del tiempo

Hace un par de semanas (creo) leí esta entrevista.
Imaginemos a dos sujetos recién levantados (en un día no laborable), a cada uno le proporcionamos un cronómetro, los dos cronómetros empiezan a contar en el mismo segundo, y al final del día, los dos vuelven con el cronómetro, que marca el mismo tiempo transcurrido, pero que no ha sido el mismo tiempo.
Esto no era más que una excusa para contar las cosas que caben en un fin de semana:
sufrir con el final de la Liga a doble televisor, ver ganar a Nadal, zarandear (sin violencia) una furgoneta para que un gato saliera de debajo, andar despacio bajo la lluvia, correr bajo la lluvia, comprar el periódico a las 21h., resguardarte del sol, hacer un pequeño hombrecillo de plastilina rosa, ver como fotografían a ese hombrecillo atropellado por un coche desde todos los ángulos posibles, decirle a un chico en el Mercadona: "el mundo de las servilletas es complicado, ¿verdad?" y que no salga corriendo, ver el primer capítulo de una serie nueva, preguntarte por qué la gente no baila, pensar "hoy sí, hoy como en casa" y equivocarte tres días de tres.
Lo que no he conseguido es poner una lavadora. Y a lo mejor quien me haya visto ha podido pensar: si es que no hace nada.

viernes, junio 08, 2007

no administrar antipiréticos

Iba en el taxi con los auriculares puestos y mirando por la ventanilla. El recorrido me lo sé de memoria, pensándolo, podría proyectarlo sobre una pantalla blanca.
Y me fue invadiendo una sensación como te invade el vértigo al asomarte a un balcón alto, fiumm, una oleada. Y tuve que apoyar tres dedos en la puerta para evitar no sé qué. La canción seguía, y ahí estaba la gente cruzando la calle, esa zapatería, el parque, y me acordé de aquel concierto que duró veinticuatro horas, de lo ingeniosos que éramos, de lo seguros que estábamos de que iban a pasar cosas que nos cambiarían la vida y de cómo pedimos y pedimos esa canción hasta que la tocaron.

Y luego pensé en el ahora, es arriesgado llamar pensamiento a esas sensaciones enfebrecidas y certeramente optimistas, pero me arriesgo.







jueves, junio 07, 2007

las cosas que están pasando mientras parece que no está pasando nada

El otro día ( homenaje gratuito a la imprecisión) fui a comprarme un libro.
Ese momento en el que lo tienes en la mano te puede proporcionar dos tipos de satisfacción; la del cazador al acecho ("ya te tengo") o la del zahorí despistado ("mira lo que me he encontrado").
Lo busqué en la estantería adecuada, por orden alfabético, pero no estaba. Inasequible al desaliento fui a preguntar si lo tenían.
- ¿Los cuentos completos de Flannery O'Connor?
- En esa estantería, en la O.
- Ya, sí, en la O he mirado, pero no está.
- ¿Cómo se llama, Fla... qué?
- Flannery, de flan.
Y no esbozó ni media sonrisa, con lo bonita que es la palabra flan.
"Esos que vivían al otro lado del callejón no tenían ni idea de cómo se cuidan los geranios. A este lo sacaban todo el día para que se cocinara bajo un sol de justicia, y lo ponían tan cerca del borde que, a la que soplara un poco de viento, acababa en el suelo, No tenían ni idea, ni idea de geranios. Esa maceta no tenía que haber estado donde estaba. Al viejo Dudley se le hizo un nudo en la garganta. Lutish era capaz de conseguir que arraigara lo que le echasen. Y Rabie también. Notó una opresión en la garganta. Echó la cabeza hacia atrás y trató de aclararse las ideas. No se le ocurrían muchas cosas en las que pensar que no le hicieran sentir el nudo en la garganta." (*)
"No tenían ni idea, ni idea de geranios". Es tan bello que me dan ganas de tirarme al suelo.
(*) El geranio. Cuentos completos. Flannery O'Connor.

miércoles, junio 06, 2007

los desayunos de r.n.e.

Desde ayer una noticia me inquieta. Lo entenderéis.
La historia podría ser contada así: imaginemos a una madre devota que hace, ha hecho y hará todo lo que está en su mano para conseguir que su hijita lleve una vida llena de satisfacciones y realización personal. Apoya sus decisiones, orienta su devenir profesional, vigila de cerca sus amistades y le proporciona el entorno más estable y seguro que nadie pueda imaginar.
Tal es el éxito de sus labores que le conceden un doctorado honoris causa en Berkeley, y fue ahí, después del discurso de agradecimiento, cuando se le ocurrió la idea, una idea nacida del altruismo y la necesidad de compartir su sabiduría con el resto de madres del mundo. Si ya lo había hecho con su primogénita, ¿por qué no con sus dos hijos menores?, si están en la edad perfecta. Y ya en un alarde de generosidad, concluyó: claro que sí, pero esta vez, que sea televisado.
Aquí la versión en inglés.
Ali, Cody, os esperamos con los brazos abiertos.

martes, junio 05, 2007

los faros del coche en una carretera oscura

El otro día sufrí el efecto conejo deslumbrado. Es lo contrario de ir hacia la luz. Cuando eres un conejo deslumbrado la luz va hacia ti, y en lo que tardas en pensar con tu cerebro de conejo si te mueves o no, ya la tienes encima.
Esto es lo que me pasó el otro día con Cuenta atrás. Y me tragué todos mis prejuicios con la misma facilidad que un Honey Flavour Caramel (mientras existan cosas con nombres tan evocadores, nada puede ir mal).
Hay series a las que uno va a llevar ofrendas, o directamente a caer en los brazos de los actores, los guinionistas y los creadores; y hay otras que no te hacen huir despavorido, y tratándose de la esquelética producción española, es casi un motivo de celebración.
Si se cuidara más la caracterización de los personajes, ya podríamos ir pensando en cambiar eso de "una serie digna" por "una serie interesante". Para que un personaje borde resulte atractivo necesita algo más que contestar con monosílabos y poner cara de amargor, los personajes tienen que hacerse entender. Igualito que en la vida real.
Y no puedo dejar pasar un día más sin hablar de Nuria Roca en Factor X, su coreografía (mención especial para ese dar palmas a lo moderno) al empezar (que ya estoy en condiciones de reproducir sin apenas fallos), y esa inaudita habilidad para terminar en -a las palabras más insospechadas (hemos-a, sometimes-a, más-a, Deivid-a, en-a, pues-a). Y por lo menos todavía nadie ha cantado una de Whitney Houston ni de Celine Dion. Y esas bailarinas a cámara lenta y vestidas de Gata Sombra, ¿se puede pedir más?

lunes, junio 04, 2007

menudo ritmo




Esto era el Factor X antes de que se inventara.

viernes, junio 01, 2007

el paso de los trenes

Estaba ayer sentada en la semioscuridad, mirando (con mi cara de prestar atención) la pantalla donde se proyectaban las imágenes que acompañaban la música de este hombre. Nada más empezar, unos fogonazos de luz blanca y pensé: es un tren. Los trenes no me son ajenos, supongo que por eso los reconozco antes de verlos. Y como en una coreografía perfecta de acontecimientos, sentí la vibración del móvil y en medio de la blanca perfección de la pantalla, el número del hormiguero.
Y ahí me quedé, mientras las imágenes avanzaban y lo que era un fogonazo se convertía primero en un tren y luego en un andén y unos viajeros.