Contador de visitas

...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

martes, junio 12, 2007

lo inexorable somos nosotros

Soy incapaz de irme a la cama temprano. Más exacto, soy incapaz de dormirme temprano. Más aún, soy incapaz de decidir que ya ha llegado la hora de dormirse. Y no es por insomnio. Y no es cuando no tengo que madrugar al día siguiente. Constan en mi expediente pruebas empíricas que demuestran que el miedo al madrugón (que lo tengo) es más débil que mi falta de disciplina.

(Voz en off. La que prefiráis).

Recuerdo aquellas navidades en las que me regalaron dar un curso aquí. En el lenguaje de los transportes públicos se traduce como "el quinto pino en medio de nada a la misma distancia de una capital de provincia que de la otra". Así que decidí salir desde aquí y no ir a Villa Chinchilla. Salir desde aquí significó despertarme (es un decir) a las 5:30 a.m., ir haciendo una ruta turística por todos los pueblos del camino, y volver haciendo la misma ruta (pero en un estado mucho más lamentable que a la ida, porque se puede) doce horas más tarde. Qué frío hacía, qué pena me daba de todos los que íbamos en el autobús.
A la ida fantaseaba con lo prontísimo que me iba a ir esa noche a la cama, a la vuelta fantaseaba medio inconsciente con los castigos que les infligiría al día siguiente a los alumnos.
Pero no contaba conmigo misma y mi capacidad para sabotear mis buenas intenciones, calculaba la hora a la que me tendría que ir a la cama para dormir ocho horas y me salía una cifra horrible, imposible, propia de una granjera cuáquera.
Y me entretenía sin poder ni querer remediarlo, hasta que dormir ocho horas se convertía en dormir tres y media.
Y a la mañana (o lo que fuera aquello) siguiente, qué frío hacía, qué pena me daba de todos los que íbamos en el autobús, y lo que me esperaba al llegar, una clase con un alijo de botellas de anís y polvorones y acontecimientos dignos de salir en Gente. Pero esa es otra historia.

5 Comments:

Blogger Mrs. Sarmiento said...

Ay cómo te entiendo. Aunque en los últimos tiempos el no poder dormirme pronto se ha ido convirtiendo en un simple no poder acostarme pronto; me parece una pérdida de tiempo ese rato que pasas en la inopia, tumbada en la cama, mirando al techo. Mucho mejor pasarlo en el sofá, dónde va a parar, si mientras tanto aunque sea con el rabillo del ojo puedes ir pillando alguna escena de lo que sea. Aunque eso implique amanecer ahí...

12 junio, 2007 15:11

 
Blogger El Malvado Ming said...

Que precioso es el concepto de "granjera cuáquera".

12 junio, 2007 16:44

 
Blogger lanueva said...

Eso es lo más bonito: que haya "otras historias".

13 junio, 2007 11:25

 
Blogger nadadora said...

mrs. sarmiento: esa es la cosa, que el insomnio no tiene nada que ver. Y sí, mirar al techo así tal como lo dices, no parece que tenga mucha gracia, pero entenderás que no puedo decir nada en contra de estar en la inopia.

manga ranglán: sí que lo es.

lanueva: siempre las hay, ¿no? No me puedo imaginar que no las hubiera.

13 junio, 2007 11:31

 
Anonymous Anónimo said...

Siempre he llevado fatal el madrugar y viendo a los compañeros que se van jubilando y se siguen levantando a las 7, según ellos porque se despiertan ya por costumbre, me pregunto: ¿me pasará esto a mí? Qué cruel es la vida.

13 junio, 2007 21:40

 

Publicar un comentario

<< Home