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...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

viernes, junio 15, 2007

1/2 y 2/2

El 11 de este mes se cumplieron veinticinco años del estreno de E.T., el extraterrestre. Estaba tomando algo antes de entrar en el cine (anteayer, no hace veinticinco años), me acordé de cuando la vi por primera vez, y lo conté en voz alta.
Era verano, y me acuerdo, no por el calor en sí, sino por las vacaciones y la ropa corta (mangas y perneras). Y era esa hora de tanto silencio, la de la siesta aunque nadie esté durmiendo la siesta. Entonces sonó el timbre.
Hacía poco del advenimiento del VHS, y todavía recuerdo el tacto de las teclas de ese mando a distancia con cable (muchos metros de cable, para que no hubiera queja) que a mí me parecía el colmo de la magia tecnológica. Y de la magia en general.
Pero el Beta todavía resistía, y en los videoclubs las estanterías aún estaban igualadas. Alquiler de películas. Estaba todo tan poco usado.
Había sonado el timbre, y mi madre le abrió la puerta a la vecina del octavo. Y la vecina del octavo preguntó por mi hermana y por mí. Eso ya era un acontecimiento en sí mismo, porque con sus hijos sólo coincidíamos jugando en la calle a esos juegos que me enseñaron por anticipado lo que se siente cuando luchas por pasar de fase en un videojuego.
Que si queríamos subir a ver E.T. cuando pasara un rato, que la habían alquilado. Claro que queríamos ver E.T.
Y al rato subimos en el ascensor las siete plantas que nos separaban. No decíamos ni pío, íbamos a ver E.T.
Entramos en el salón y me senté en el suelo delante de la tele, esperando sin quitarle la vista de encima a la pantalla. Y apostaría que con la misma cara de reverencia que pongo hoy cuando estoy esperando para ver algo que sé que me va a gustar mucho.
Y la película empezó. Y ya desde el principio noté que pasaba algo raro, aunque como nunca me ha gustado desconfiar, esperé. Pero cuando apareció el título en la pantalla comprendí que era inútil negar la evidencia. Un rayo de luz. Era Un rayo de luz. Y ya la había visto.
La vi entera y sin rechistar, ni volví la cabeza buscando una explicación de los ocupantes del sofá. ¿Qué por qué la vecina del octavo anunció falsamente la proyección de E.T.? Ese es un enigma de los que quedan sin respuesta.
Y así aprendí lo que se siente cuando esperas una cosa y te encuentras con otra. Y no tiene por qué ser una decepción.
He dicho al principio que estaba tomando algo antes de entrar en el cine, y me acordé de la primera vez que vi E.T, y os habéis encontrado con otra cosa. Pero no he mentido del todo.

Entré en el cine a ver Zodiac.


El primer concepto que asociamos al músculo es la fuerza. ¿Pero qué sería de la fuerza si no fuera precisa? Zodiac funciona así, me imagino muchos músculos pequeños y obsesivamente precisos creando una maquinaria llena de detalles, y con un émbolo capaz de insuflarle a esa gran maquinaria una fuerza descomunal. Lo extenso y los detalles.
Zodiac es una película obsesiva sobre gente con una obsesión. Por eso es larga. Por eso lo cuenta todo y de una forma tan minuciosa. Por eso lo cuenta tan bien.
Entiendo que haya gente que se revuelva en sus asientos y no vea la hora de que se acabe de una vez esa búsqueda que al final sólo tiene sentido para aquellos que "tienen que hacerlo porque si no nadie lo va a hacer".
Están lo que se quedan por el camino y el que en mayor medida sigue hasta al final, siguiendo un camino inverso de implicación en el caso.
Están los actores, todos, que lo hacen tan tan bien que me daban ganas de darles un premio en el acto. Están los atuendos de Mark Ruffalo
. Está reencontrarse con Anthony Edwards. Y como extra, está Clea Duvall sin acreditar.
Y este es el momento en el que me quedo pensando si habré conseguido reflejar el entusiasmo.

Salí del cine tan contenta que dije que tenía ganas de saltar y bailar, y mientras tomábamos algo en el mismo sitio donde habíamos estado antes de entrar, di un discurso febril y atropellado sobre que la película trata también del momento en el que descubres que tienes miedo, y expliqué por qué me atrae la gente que tiene una obsesión, y volví a hablar de las obsesiones y de lo bien que lo contaban en la película con un par de planos, y dije lo bien que estaban todos, ¿y habéis visto lo bien que lo hace Chloe Sevigny?, no pone ninguna de las caras de chloesevignysmo que me ponen nerviosa, ¿os fijasteis en cuándo ella llega y le da el sobre y él está ahí...?, ¿y en cuando está la pareja en el lago y...?


8 Comments:

Blogger Mrs. Sarmiento said...

Caramba chica, te has despertado inspirada hoy.
ET, qué cosas. Es la primera película de la que tengo el recuerdo de ir a verla al cine, de ir por la calle cogida de la mano de mi primo mayor, de sentarme en la butaca roja y suave y de comer palomitas. Y es verdad que muchas veces, o algunas veces, el no encontrarte lo que te esperas no es una decepcion sino todo lo contrario. Este post es una muestra, sí señor. Ahora, lo de tu vecina no tiene nombre.
(Me encanta Chloe Sevigny, y esas caras de las que hablas también).

15 junio, 2007 09:42

 
Blogger lanueva said...

Buenos días.
No Mrs. S., no. Inspirada no, entusiasNada. Un poco más y nos cuenta toda la película (o escribe un artículo sobre ella en la Wikipedia).
Me reservo mi opinión sobre ET, ya salí apedreada y llena de tomates de este blog un día que se me ocurrió ningunear los Tentes. Ah, y sobre David también. Ya lo dice el refrán: "Sobre gustos no hay nada escrito".
Buen fin de semana.

15 junio, 2007 10:43

 
Anonymous Anónimo said...

Entusiasmo transmitido.
A mí ET sí que me gusta, pero me trae recuerdos tristes.
También me gusta la gente que se entusiasma con una peli o un libro hasta saltar y bailar.

15 junio, 2007 17:06

 
Anonymous Anónimo said...

ET, qué recuerdos...

15 junio, 2007 21:41

 
Blogger castor&polux said...

También me acuerdo. La vi por primera vez en el cumpleaños de Ivana... que modernas... y además comimos pizza por primera vez... eso sí que era moderno.

16 junio, 2007 20:13

 
Blogger nadadora said...

mrs. sarmiento: qué bien que veas inspiración donde otros podrían ver delirios, jeje.
Tener el recuerdo de una butaca roja y suave no se paga con dinero.
Algunas veces, aunque depende de cómo lo mires, se podría convertir en casi todas.
Sí, el misterio de la vecina. Le voy a preguntar a mi madre si se acuerda, igual tiene la solución.

lanueva: entusiasnada es mi segundo nombre. Un poco más, dice, cuánta incomprensión. lo de la entrada en la Wikipedia lo tengo pendiente.
Jojojo.¿Piedras? ¿Tomates? ¿No estaremos exagerando un poco? Y mira, no he visto E.T. ¿Qué te parece?
Y sobre David también puedes decir lo que quieras, no soy especialmente fan. Y aunque lo fuera, si no hay tomates ni nada, mujer de poca fe.

ohnenick: misión cumplida.
Y a mí me gusta la gente que no piensa que esa gente que salta y baila de entusiasmo está para encerrarla. Es tan triste no entusiasmarse y no apreciar el entusiasmo.

mado: y recuerdos tangenciales en este caso.

castor&polux: uhm, yo comí (cené) pizza por primera vez en lo que creo que era el verano del 82. Del mes estoy más segura, julio. Todavía me acuerdo de cómo sabía.

18 junio, 2007 11:16

 
Blogger lanueva said...

Pues mira, no te pierdes nada si no has visto ET: aburrida, sensiblona y plasticosa. A David no lo conozco mucho, por eso no tengo una opinión definida, aunque quizá abusa, para mi gusto, de los fenómenos paranormales. Exagerada de poca fe, esa soy yo.

18 junio, 2007 15:26

 
Blogger nadadora said...

Si fuera la madre de ET, estaría gimoteando ahora mismo.
¿Fenómenos paranormales? ¿Dónde? ¿Cuándo?
"Exagerada de poca fe" es tan contradictorio que por fuerza me tiene que gustar.

18 junio, 2007 16:36

 

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