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...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

lunes, julio 23, 2007

los Emmy y Mariska

Por lo que leo por ahí y por allá, la gente está que trina con las nominaciones. Y yo lo iba a dejar pasar, pero después de ver la lista entera, enterita, hay algunas cosas que tengo que decir.
No puedo entender ni una sola de las nominaciones a una serie tan penosa y cutre como Dos hombres y medio.
Tampoco entiendo que T.R. Knight esté, si por alguna epidemia de locarismo entre los votantes, ganara, sólo espero que al bajar del escenario Sara Ramírez le diera dos bofetones a ver si le cambia la cara de lerdo.
Menos mal que para paliar tanta oleada de mediocridad, están en la lista mis nunca lo suficientemente amadas Elisabeth Perkins (con la que este fin de semana he tenido tres encuentros en la tercera fase, comedia de los ochenta, telefilme del 2001 y la inconmensurable Celia Hodes de Weeds, que no han hecho más que reafirmarme en lo que ya pensaba, lo buena actriz y lo guapa que es, y el arrollador sex appeal que desprende), Rachel Griffiths (que aunque me inquieta un poco qué van a hacer con su personajes en Cinco hermanos, podría hacer de estatua sedente y a mí me gustaría igual), Jaime Pressly (que hace mejor que nadie de enérgumena manipuladora con un difuso concepto de lo que es cometer un delito) y Marie-Louise Parker (qué voy a decir de ella a estas alturas,sólo que el otro dia la vi en un cara a cara con Stockard Channing en El ala oeste de la Casa Blanca y me dieron ganas de abrazar la pantalla).

Y otra nominación que me hace feliz es la de Neil Patrick Harris, Barney Stinson, uno de los mejores personajes del año.

Y ahora vamos con el asunto Mariska Hargitay. Con todo el amor que le profeso a las tramas retorcidas y enfermizas de Ley y orden: Unidad de Víctimas Especiales, y al incesante desfile de actores conocidos, lo de las nominaciones de Mariska no lo entiendo. ¿Por qué no nominan tanto a su compañero Meloni?
Y para demostrar que aunque no lo entienda lo tengo asumido, una prueba: el martes cinco de diciembre de 2006, busqué una foto de Mariska, la caractericé a lo Fu Manchú y redacté un pie de foto para mi obra que dice así: Mariska al salir de su último taller de interpretación para ganadoras de Emmy. ¡A por el segundo!
¿Qué qué clase de persona hace una cosa tan absurda?
No sé, pero cuando vi la lista de las nominaciones y más tarde me acordé de la foto, me reí mucho.

viernes, julio 20, 2007

la isla del tesoro

Una de las tantas cosas que más me gustan es preguntarle a mi madre por las cosas que hacíamos cuando éramos pequeños. Ya sé casi todo lo que va a contestar, pero hago tantas preguntas y soy tan insistente que casi siempre consigo algún dato nuevo.
¿Tardaba mucho en dormirme? ¿Quién tardaba más de los tres? Y en realidad la que daba más trabajo era yo. Mi hermana pedía que le pusieran en la mano la etiqueta de su manta y se quedaba dormida acariciándola, y mi hermano desplegaba bastante actividad durante el día como para quedarse dormido sin más. Y yo, cuando tenía nueve meses, todavía estaba sola en mi puesto de hija y por lo tanto no era la hermana mayor de nadie, el moisés se me quedó pequeño y me pasaron a mi cama de persona mayor en mi habitación individual.
Desde entonces pedía cuentos. Mi madre se tumbaba a mi lado en la cama y contaba y contaba. ¿Y entonces me dormía? A veces se dormía ella antes que yo.
Y me gusta pensar que mientras ella dormía con el sueño de los justos y agotados, yo me quedaba dándole vueltas en mi pequeño cerebro a las palabras y a los sonidos hasta que el sueño me vencía a mí también.
Igual que me gusta recordarme cuando era un poco mayor y amontonaba una pila altísima de cuentos y tebeos en la mesilla, y mi madre se ocupaba se bajar unos cuantos al suelo para que no se me cayeran encima durante la noche. Y era lo primero que miraba al despertarme, como quien mira el baúl del tesoro rebosante de monedas del oro más brillante y gemas valiosísimas.
Igual que me gusta pensar que soy la misma que pedía cuentos, porque las veces que he sido más feliz en mi vida siempre han tenido que ver con ir encontrando a quien tuviera ganas de escuchar historias, de contármelas, y de hacer preguntas. Y cada vez, el baúl del tesoro vuelve a aparecer.

jueves, julio 19, 2007

maleficio

Estos últimos días he vivido acompañada de una diabólica, maléfica, dolorosa y persistente afección.
El otro día decía: yo esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo (caso de tener un peor enemigo).
Pero es lo que tiene la resistencia asediada, que se va debilitando, y anoche, mientras tenía visiones y fantasías (algunas de las cuales espero que se cumplan) potenciadas por la ingesta de antiinflamatorios y relejantes musculares, me acordé de aquel libro de Stephen King en el que un inquietante gitano señalaba a un hombre con su dedo sarmentoso y decía: más delgado. Y a partir de ese momento el maldecido iba adelgazando y adelgazando sin poder parar el proceso y sin pasar siquiera por el infierno de la anorexia. Y me imaginé a mí misma apuntando con mi dedo a algún energúmeno que no despega la mano del claxon de su coche, o a la que se te cuela en la cola del Mercadona y encima te mira con cara de perro, o a cualquiera que sea mezquino pudiendo ser amable, y diciendo: sacroilitis.

martes, julio 17, 2007

lunes, julio 16, 2007

dos muestras sin botón

El escaneado de esta más que bella portada. Con esas texturas se podrían alimentar trece países durante cinco años.





Y aquí la demostración de que las únicas que traen cosas de París no son las cigüeñas. Lo mejor de la peonza, si es que dentro de lo perfecto se pueden hacer escalas, es el evocador sonido que se oye cuando la haces girar. Supongo que es como cuando lo que tienes delante mejora por sorpresa. Yo en esos casos emito un gañido de satisfacción. Aunque no se oiga. Aunque parezca contradictorio.

viernes, julio 13, 2007

momentillos históricos

He conseguido repetir una tabla de ejercicios durante cuatro días seguidos. Habrá quien piense, pues vaya, pero estamos hablando de mí y de mi legendaria ausencia de disciplina excepto para las cosas que no considero disciplina.
Hay que proporcionarme estímulos absurdos, uno de ellos es que es una tabla personalizada, con un apartado para los isquiotibiales, que son unos músculos a los que nunca les había puesto nombre.
Todo esto forma parte del proceso de optimizar la versión 2.0 de mí misma en el que me hallo inmersa.
Si supiera hacerlo, me guiñaría un ojo.

miércoles, julio 11, 2007

pantalla partida

El lunes vi que ponían Cuando los mundos chocan, y me di un aviso para acordarme y descubrir qué sentía al verla en la tele, a una hora estrella, con su doblaje tan acogedor, y sus trajes de ir al espacio tan inocentes. Y sentí una punzada de satisfacción cuando la tuve delante, casi como si la hubiese programado yo. Después pensé en que igual alguien la descubría esa noche, y aunque no supiera bien de qué iba, soltaba el mando hipnotizado por las voces, los trajes, las frases, y la ausencia de pretensiones. Tendría que ser alguien que no estuviera esperando explosiones brillantes ni hologramas, alguien que cuando llega el final fuera capaz de apreciar el colorido bíblico del decorado. Con esa imagen en la cabeza, varias casas, cada una con su televisor, cada una con su espectador, con su sofá, con su decorado, absortos o incrédulos esperando ver quienes consiguen subir al cohete salvador y quienes no, volví hacia atras usando el mando sin prisa. Y con cierta sensación de trabajo terminado.

lunes, julio 09, 2007

una estrella rutilante


A este librito le tengo tanto cariño como los pitufos a la zarzaparrilla.
Dazzler fue la contribución mutante de Marvel al mundo de la disco. Alison Blaire es una joven que sueña con triunfar en el mundo de la canción, por lo tanto, su frigorífico está vacío, se siente incomprendida, y tiene que aguantar el acoso de todos los gañanes y mafiosos que le salen al paso. Por supuesto, su padre es juez y ni la comprende ni la apoya.
Dazzler tiene unos patines magnéticos que se adhieren a sus botas de espejuelos y siempre lleva un transistor para ponerlo en marcha si la cosa se pone fea. Porque el poder de Dazzler es convertir la música en sonido. Esto lo mismo le sirve para engatusar a la audiencia que para deslumbrar y causar desmayos en las filas enemigas.
Como toda mutante desorientada que se precie, pasa una temporadita en el cuartel de la Patrulla X, pero eso de ser superheroína a tiempo completo y tener que dejar la música no es para ella.
Dazzler sigue su solitario camino, aunque en el transcurso de sus aventuras se encuentra con Spiderman, Iron Man, Los 4 Fantásticos y Hulk, entre otros. Y con enemigos de fuste como el Dr. Muerte, que no todo son discotecas y representantes timadores.
Imposible no quererla.

jueves, julio 05, 2007

así se hizo

Pasa que en una reunión social de estas que duran horas y más horas, y abarcan varias franjas horarias, te da tiempo de hacer muchas cosas. Que no es que yo no pueda estar hablando o escuchando doce horas, pero si veo algo que intuyo que puede ser fuente de diversión, hago una pausa aunque las malas personas que me rodean me llamen autista y otras cosas que no voy a reproducir aquí.

Mezcla esa necesidad de descansar de tanta comunicación humana y una flamante pastilla de plastilina rosa y esto es lo que pasa.



Primero me quedo ensimismada y aunque oigo murmullos a mi izquierda sigo a lo mío.

Y cuando el trabajo está terminado, dos mentes preclaras dan de sí más que una, sobre todo si una de las dos tiene cámara de fotos.





Tres instantáneas del trágico accidente.
Pero que nadie se alarme, el bello hombrecillo rosa viajó hasta mi casa, que ahora es la suya, en mi bolsillo, y ahora vive alegremente, sentado en un jarrón naranja.

miércoles, julio 04, 2007

en algún momento del verano siempre quiero llamarme Scout


Está claro que hay libros de verano y libros de invierno, y autores de verano y autores de invierno. Llevo un par de semanas pensándolo, que nadie piense que lo digo a la ligera. Y eso de pensar me lleva a hacer una lista, y los que hacen listas sabrán que no es una actividad aséptica. Hacer una lista es dejarse caer en una vorágine. Hacer una lista es una actividad apasionante y ensimismada.

vorágine.
(Del
lat. vorāgo, -ĭnis).
1. f. Remolino impetuoso que hacen en algunos parajes las aguas del mar, de los ríos o de los lagos.
2. f. Pasión desenfrenada o mezcla de sentimientos muy intensos.
3. f. Aglomeración confusa de sucesos, de gentes o de cosas en movimiento.

Y esta es una lista (no total, porque acabar una lista es una actividad dolorosa) de libros que son verano: Robinson Crusoe, Matar un ruiseñor, Los papeles póstumos del Club Pickwick (Dickens es de invierno, pero este libro no), Las aventuras de Tom Sawyer, Majareta, Las aventuras de Huckleberry Finn, Tomates verdes fritos, Daisy Fay y el hombre de los milagros, El corazón es un cazador solitario, El mundo según Garp, y ahí lo dejo.


lunes, julio 02, 2007

las bondades de tener una memoria bien configurada

Fui una niña bastante tranquila, así que no sufrí más accidentes que los habituales, rodillas llenas de mercurio cromo y palmas de las manos despellejadas de apoyarlas al caer. Salvo un episodio que incluye una puerta, a mi hermana y un par de uñas mías fuera de su sitio, y esto otro:
una de las cosas que más me gustan en el mundo es comer pan Bimbo con Nocilla en la playa, a la hora de la merienda mi madre sacaba de la bolsa el paquetito envuelto, yo me sentaba en la toalla a su lado y el resto del mundo me era ajeno. Me acuerdo de todos los olores, la crema solar, la toalla, mi madre. Y sentada con mi tamaño de niña pequeña, veía las piernas de mi padre, que estaba de pie charlando con los brazos cruzados y el bañador celeste.
Aquel día, después de terminar con el pan, como siempre, fui a la orilla a limpiarme, volví y me puse delante de mi madre, con esa especie de orgullo que espera el visto bueno, pero me había manchado más de lo normal y todavía tenía chocolate en la cara, ve otra vez, anda, y fui sin rechistar, con esa especie de orgullo obediente, y al entrar en el agua sentí que algo me dolía y supongo que lloré, mi padre vino corriendo y me sacó del agua en brazos, había un trozo de madera con una puntilla.
Lo que pasó en el ambulatorio no lo recuerdo, sólo que salí de allí con el pie vendado.
Me llevaron a casa de mis abuelos, mi madre me puso una bolsa de plástico para que no se mojara la venda y me bañó. Recuerdo el pie apoyado en el borde de la bañera. Pero lo que más recuerdo es la papilla de frutas con galletas, y que no dejé ni rastro de ella mientras veía Barrio Sésamo sentada en el sofá frente al televisor. Cuando eres tan pequeña que todos los sofás son grandes.