... se transforman
Lo bueno que tienen los prejuicios es que nunca te quedas sin ellos, si pierdes uno, se reemplaza por otro. Y sin tener que hacer ningún esfuerzo.
Ayer por la tarde en la cola para coger el tren (sobre la imposibilidad funcional de algunas personas para formar una fila más o menos ordenada, no voy a decir nada) de vuelta, bastantes turistas ingleses y unos cuantos aborígenes. Me dio tiempo de refunfuñar un poco por dentro (malditos turistas ingleses... no hace falta argumentar más, es lo bueno que tienen los prejuicios) antes de apartarme para plegar la bici (de las facilidades que nos dan para subir con la bici al tren tampoco voy a decir nada, mis bíceps estarán eternamente agradecidos a Renfe, especialmente a su sección villachinchilliense). Mientras estaba ocupada en eso, plegar y guardar, los ingleses iban pasando y mirando con cara de "mira lo que hace". Incluso recibí un "ou" como premio, igual que si hubiera sacado un conejo de la chistera. Y sonreían. A mí directamente, nada de sucedáneos huidizos. Si estaban bajo el efecto de los rayos solares o no, no me lo voy a plantear.
¿Y dónde fueron a parar esos prejuicios descolocados? A los aborígenes, claro, que ante el mismo procedimiento plegatil, me miran con cara de estar manipulando esto.
Ayer por la tarde en la cola para coger el tren (sobre la imposibilidad funcional de algunas personas para formar una fila más o menos ordenada, no voy a decir nada) de vuelta, bastantes turistas ingleses y unos cuantos aborígenes. Me dio tiempo de refunfuñar un poco por dentro (malditos turistas ingleses... no hace falta argumentar más, es lo bueno que tienen los prejuicios) antes de apartarme para plegar la bici (de las facilidades que nos dan para subir con la bici al tren tampoco voy a decir nada, mis bíceps estarán eternamente agradecidos a Renfe, especialmente a su sección villachinchilliense). Mientras estaba ocupada en eso, plegar y guardar, los ingleses iban pasando y mirando con cara de "mira lo que hace". Incluso recibí un "ou" como premio, igual que si hubiera sacado un conejo de la chistera. Y sonreían. A mí directamente, nada de sucedáneos huidizos. Si estaban bajo el efecto de los rayos solares o no, no me lo voy a plantear.
¿Y dónde fueron a parar esos prejuicios descolocados? A los aborígenes, claro, que ante el mismo procedimiento plegatil, me miran con cara de estar manipulando esto.
8 Comments:
¡El señor mojón! Cuánto tiempo sin verle, qué alegría. Fue mi salvapantallas durante un tiempo, iba dando saltitos llenándolo todo de mierda, encantador.
Pues sí, un prejuicio nunca te traicionará, él nunca lo haría. Antes te dejará en la estacada una confianza, o una simpatía... Ésas sí que son cabronas.
(A mí me dejan boquiabierta las horas a las que posteas)
21 abril, 2006 10:13
Jajajajajaja, el señor mojón... y qué facilidad para cambiar el sujeto a odiar.
(hoy escuché en la radio que el sitio preferido para los turistas ingleses es s., y, voilà, otro círculo más)
21 abril, 2006 10:37
Oh, el señor mojón¡¡ Ya me ha alegrado usted el día.
21 abril, 2006 10:43
vlipendia: sí que es encantador.
Es lo bueno que tienen los prejuicios, lo dan todo, y piden muy poco a cambio. Con las simpatías pasa un poco lo mismo, no hay que empeñarse, hay que estar atenta.
(No te imaginas lo lento que transcurre el tiempo cuando te levantas a las seis, y lo que da de sí)
marca: odiar... demasiada energía.
manga ranglán: mira qué bien, y todo gracias a una criatura de dibujos animados, no se puede pedir más.
21 abril, 2006 11:30
Pues no, no me lo imagino, ni ganas. Las 7'30 (mi hora de despegue de lunes a viernes) ya me parecen demasiado crueles... Creo que ya te lo dije una vez: eres mi ídola.
21 abril, 2006 13:13
No tiene mérito, es un simple mecanismo (más) de supervivencia. Yo no puedo tirarme a la calle sin anestesia.
Esto no es óbice para seguir siendo tu ídola.
21 abril, 2006 16:42
Bueno, y tras utilizar la palabra óbice, más.
21 abril, 2006 19:22
Jeje.
21 abril, 2006 19:23
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