la comunidad II (o la inevitabilidad de algunas segundas partes) Y terceras, añado.
Van a poner unas redes para que no haya sustos durante la semana, no quiera la fatalidad que una cornisa alcance las cabezas devotas de los que esperan el paso de las carrozas. Me parece muy bien, porque no tendrían que hacerlo, y encima no nos lo cobran.
Bajo con L. y ya en la calle veo reunidos a los ejecutores de la obra y a la presidenta mirando hacia arriba.
Norman el del ático no les abre la puerta, pero es pillado asomándose y ya no le queda más remedio que dejar que suban y descuelguen la red.
Y ya me quedo con la presidenta, que me cuenta que el susodicho se niega a dejar que los anclajes se pongan en su terraza, porque no piensa estar quince días encerrado con esa gente entrando y saliendo de su casa, que la última obra que hizo en su casa le costó una depresión, y que si queremos que los deje pasar, que le paguemos un sueldo. Muy razonable todo, salta a la vista.
El de la incoación tampoco piensa dejar que por su casa se haga nada. Y eso que está jubilado y a los jubilados les encanta estar pendiente de las obras, pero no, este jubilado ha salido rebelde (y otros adjetivos menos favorecedores).
La alternativa es hacer la obra contratando una máquina elevadora (el coste y la aparatosidad se incrementan, claro).
Y así estamos.
Ahora me diréis si no debería estar regulado el uso higiénico del lanzallamas.
Los hechos: estaba yo el sábado, en casa, ajena a cualquier peligro, en pijama... Suena el timbre de arriba (pienso: un vecino, el timbre de arriba es como el sentido arácnido de Spiderman). Abro sin mirar por la mirilla, hay cosas que es mejor no anticiparlas. Es Norman, que viene a explicarme sus porqués y sus peros en el asunto de la obra. Y ahí estamos, en la puerta, yo en pijama, y Norman preocupado porque no quiere que nadie se enfade con él y le cojan manía. Pasan los minutos y me veo subiendo las escaleras, y lo siguiente que veo es a mí misma en pijama en el ático de Norman. Conozco a su madre que me parece una señora bastante diminuta y agradable.
Decir que la gente me cuenta su vida ya es poco. Como en las películas, Norman dijo varias veces: no sé por qué te cuento esto. Y al final: me ha servido de mucho hablar contigo. Yo debo poner cara de algo que no sé definir, de narcótico variante suero de la verdad. El momento más grande que la realidad: me enseña su dormitorio (la decoración daría para muchas muchas entradas, pero no quiero agotar a los personajes) y que veo, un cuadro gigante en la cabecera de la cama. ¿Qué cuadro es? Un Murillo, amiguitos del arte. Por si las dudas: auténtico, sí. ¿Qué decir?
15 Comments:
Realmente curioso este jubilado vecino tuyo... ¿Está casado? Porque la única explicación que le encuentro es que su señora jubilada (que se vuelven extremadamente limpias, te lo digo yo que acabo de volver de pasar el finde en casa de mis padres) se niegue en redondo a que le ensucien nada.
Y norman me inquieta.
09 abril, 2006 23:29
lgs: sí que es bonito ser vecinos. Mucho.
vilipendia: está casado, sí. Yo creo que son los dos un poco neuróticos. Si es que se puede ser sólo un poco.
Y si Norman te inquieta, no te vas a creer dónde pasé ayer casi dos horas de mi vida. Ji.
09 abril, 2006 23:36
Dónde dónde dóndeeeeeeeeeee.........
10 abril, 2006 00:13
Alla va: en el ático. Si es que me da la risa.
10 abril, 2006 06:54
¿Con los obreros? ¿Con norman y su mamá? ¿Colgaste tú misma la red? ¿Disfrutando de las procesiones y los nazarenos?
10 abril, 2006 09:25
Con Norman y su mamá y sin obreros ni redes.
10 abril, 2006 10:36
Un Murillo auténtico.Dios. Ya no se que decir.
10 abril, 2006 11:53
Volviste al ático??? Eso es porque quieres robar el cuadro. No te parece apasionante planear el robo?
Los ladrones de arte siempre me han fascinado.
10 abril, 2006 12:25
Pobrecito norman. Y pobrecita tú, qué agotadora debe ser esa capacidad de escucha...
Estoy con ricci, sería súper chulo planear el robo. Aunque, con las pocas visitas que me imagino que debe tener norman, serías la primera sospechosa... Me parece súper fuerte que fuera auténtico, pero más aún que tú lo sepas. ¿Te lo dijo él?
10 abril, 2006 13:42
Ahora es cuando nos desvela su pasado de galerista.
10 abril, 2006 14:10
ricci: no volví, sólo fui una vez. En lo de que planear el robo sería/es apasionante te doy toda la razón. El primer desafío es el tamaño. Necesitaríamos un operativo muy bien pensado. Ahora que lo pienso, tengo un montón de datos.
vilipendia: no recibe pocas visitas, yo y mis sesgadas narraciones hemos conseguido que tengas una visión de Norman ermitaña, y no es. También conocí a su amigo Arturo, cubano y bastante simpático aunque portador de un anillo de oro que hizo que mis radares prejuiciosos se disparasen.
Sí, me lo dijo él, antes de subir, hablando de lo dejar a los de la obra solos en su casa. Y yo no hice ni un gesto de asombro, como si todos los días estuviese rodeada de gente que tiene murillos. Natural y en mi sitio, para on despertar sospechas.
marca: galerista... creo que no.
10 abril, 2006 15:53
Es cierto, le hacía solitario. Pero es que la imagen norman/ed gein no era para menos... Cubano con anillo de oro... mi amolllll. Brrr.
Qué digna. Esa es mi nada, coño. Como si tuviera la habitación empapelada de picassos. Muy bien.
10 abril, 2006 17:44
Es mi culpa como narradora tendenciosa. No da el tipo como Ed Gein, no. Igual un día le hago una foto y te la mando, total, ya más raro que lo del cuadro... Y datos no le iban a faltar a la descripción, tengo una panorámica de su vida bastante completa.
Más que anillo era anillón, you know.
Claro, no pensarías ni por un momento que me iba a quedar con la boca abierta. Já. Ante todo, saber estar, y luego, contarlo aquí.
10 abril, 2006 17:49
Ole ole y ole.
Oye, que no se te puede comentar en tu nuevo post... Tú y tus problemillas.
10 abril, 2006 18:07
Gracias (si dices de nada me reiré).
Ya se puede. Tengo que estar en todo, pero no yo no había tocado nada (otra vez), que conste.
10 abril, 2006 18:19
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