una cosa
- Ayer, en el banco, esperando, todo parecía en calma (la mujer que iba delante de mí en la cola llevaba unas sandalias fascinantes, rosas, brillantes, con lazo...) y de repente, oigo en otra ventanilla unas palabras sobrecogedoras: — Ok, McKey— ( que en otras épocas más oscuras se pronunciaba seguido y sin miedo al ridículo: oqueimaquei). Casi se me salieron los tímpanos de las órbitas. Me giré para localizar a la desactualizada y no, no era Leticia. Era una empresaria de unos 45 años. Y eso que al principio me tranquilizó, me fue pareciendo más inquietante a medida que pasaban los minutos en la cola. Es terrorífico que una empresaria dinámica diga oqueimaquei (y en público). Aunque pensándolo despacio, será coherencia.
3 Comments:
Mientras no diga...
"VALE CAMPEÓN.." como dicen x mi empresa....q se dan unos "cobeos"...
Marramiau
13 julio, 2005 21:21
Bueno... ¿y si estás esperando detrás de un tipo sesentón, gordo, con un palillo en la boca, en alpargatas con lamparones, con los pantalones atados con una cuerda y cuando llega a la ventanilla se echa mano a los bolsillos y empieza a sacar fajos (atados con una goma, gruesos como una taza de desayuno) de mugrientos billetes de 50, 100 y 200 euros...? Un fajo por cada bolsillo (dos delante y dos detrás...)
Y sale el director de la oficina y le llama "Don Evaristo" y empieza a hacerle la pelota...
¿Cómo se supone que me tengo que sentir...?
14 julio, 2005 13:59
gatazul: lo de "campeón" ya es de tercer grado; deberían tipificar su uso como delito en el Código Penal.
doghouse: ay-ja, una descripción muy vívida, y real como los lamparones mismos. Nos podíamos sentir bien aunque sólo sea por no llamarnos Evaristo y mantenernos alejados de la mugre, ¿no?
15 julio, 2005 00:55
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