condicionales
Si hubiese cotizado cinco días más (cinco) habría tenido derecho a solicitar algún tipo de prestación de ésas que te hacen la vida más agradable hasta que vuelves al trabajo (sólo para conocedores del best-seller "Vacaciones pagadas, ese mito") pero...
... no habríamos ido a celebrarlo al bar de la esquina, que es una forma como cualquier otra de sacarle un poco la lengua a la realidad.
Si no hubiese entrado hoy en la biblioteca con un caramelo en la boca, habría sido imposible que un caramelo (ése) se me cayera de la misma al suelo (¿cómo? yo fui la primera sorprendida). Ahí estábamos: el brillante, nuevo y color crema suelo de la biblioteca, las personas leyendo revistas y mirando a la que pasa, yo pasando y el caramelo cayéndose al suelo. Un caramelo azul brillante, de éstos que te imaginas que lo anunciaría un oso polar, quedaba tan bien con el color del suelo que hasta me quedé un momento de más mirandolo. Lo recogí y gracias a mi despiste también tardé un momento de más en encontrar la papelera. Imposible escapar de una misma, pero...
... si me quisiera escapar no tendría tiempo para sacar cinco libros (como los días que me han faltado). Éstos:
Q de quién, Sue Grafton; Diccionario de nombres propios, Amélie Nothomb; Los carteles. Su historia y su lenguaje, John Barnicoat; Mejillones para cenar, Birgit Vanderbeke (encargo de mi hermana); Carson McCullers, Josyane Savigneau (lo he cogido sobre todo por la cara de diminuta de la portada, yo quería una biografía más veraniega).
El otro día estuve hablando en el parque con una mujer. En realidad habló ella. Estaba con sus dos perros y me contó muchas cosas tristes y difíciles de su vida. Me fijé en que tenía las uñas de los pies pintadas de morado. Me dijo que tenía cincuenta años y que ya prefería viajar con los documentales. Cuando llegaron sus hijos me despedí. Esta mañana en la parada del autobús casi todo el mundo llevaba sandalias (o similares) y pensé en lo feas que son casi todas (para un reportaje fotográfico), y me acordé de las uñas moradas. Me pregunto en qué pensará ella mientras se las pinta.
Canción de mi día de hoy: "Fleur de lys", Juliana Hatfield.
... no habríamos ido a celebrarlo al bar de la esquina, que es una forma como cualquier otra de sacarle un poco la lengua a la realidad.
Si no hubiese entrado hoy en la biblioteca con un caramelo en la boca, habría sido imposible que un caramelo (ése) se me cayera de la misma al suelo (¿cómo? yo fui la primera sorprendida). Ahí estábamos: el brillante, nuevo y color crema suelo de la biblioteca, las personas leyendo revistas y mirando a la que pasa, yo pasando y el caramelo cayéndose al suelo. Un caramelo azul brillante, de éstos que te imaginas que lo anunciaría un oso polar, quedaba tan bien con el color del suelo que hasta me quedé un momento de más mirandolo. Lo recogí y gracias a mi despiste también tardé un momento de más en encontrar la papelera. Imposible escapar de una misma, pero...
... si me quisiera escapar no tendría tiempo para sacar cinco libros (como los días que me han faltado). Éstos:
Q de quién, Sue Grafton; Diccionario de nombres propios, Amélie Nothomb; Los carteles. Su historia y su lenguaje, John Barnicoat; Mejillones para cenar, Birgit Vanderbeke (encargo de mi hermana); Carson McCullers, Josyane Savigneau (lo he cogido sobre todo por la cara de diminuta de la portada, yo quería una biografía más veraniega).
El otro día estuve hablando en el parque con una mujer. En realidad habló ella. Estaba con sus dos perros y me contó muchas cosas tristes y difíciles de su vida. Me fijé en que tenía las uñas de los pies pintadas de morado. Me dijo que tenía cincuenta años y que ya prefería viajar con los documentales. Cuando llegaron sus hijos me despedí. Esta mañana en la parada del autobús casi todo el mundo llevaba sandalias (o similares) y pensé en lo feas que son casi todas (para un reportaje fotográfico), y me acordé de las uñas moradas. Me pregunto en qué pensará ella mientras se las pinta.
Canción de mi día de hoy: "Fleur de lys", Juliana Hatfield.
3 Comments:
mmm...mi desmotivación general se había extendido también a los libros. sin embargo creo q mañana me compraré el de amelie northomb. leí un libro de ella q no estaba nada mal.
muchas gracias :)
por cierto, cambio de ubicación.
01 julio, 2005 21:12
Nada, y la desmotivación... por suerte no suele ser eterna, aunque a veces cuesta quitársela de encima (literal).
03 julio, 2005 22:11
El otro día se me cayó una chola en la biblioteca y todo el mundo me miró pensando que era un friki...menos mal que yo no llevaba las uñas de morado :P
Salu2
;)
03 julio, 2005 22:31
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