el hábito no hace al hombre, ni al monje, ni al mono

Amiguitos, cuánto daño nos hace la televisión, a los que la veneramos, claro, a los otros, nada.

En estos días hospitalarios, la única figura lejanamente televisiva que me he encontrado ha sido el anestesista, curioso. Está bien que la persona que te va a dejar k.o. te caiga bien. Y me pregunto cuántos pacientes (otra palabra curiosa) se habrán interesado por la diferencia entre una vía normal y una de urgencia en esos trascendentes momentos preoperatorios. Ahora tengo mucha más información para desautorizar a los guionistas de Hospital Central.