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...tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.

sábado, mayo 07, 2005

una serie de catastróficas desdichas

El día de ayer y la palabra pesadilla son sinónimos. Pero no una pesadilla metafísica, no, sino una de ésas en las que andas y no avanzas, o se te caen los pantalones en medio de la calle, o quieres marcar un número de teléfono y te equivocas una y otra vez (mi favorita).
Antecedentes: Trabajo en una ciudad distinta a en la que vivo (que tampoco es la misma en la que nací), y estas dos ciudades están separadas por unos 100 kilómetros; como no tengo coche ni carnet de conducir (o al revés), soy prácticamente socia accionista de Renfe ( en los autobuses no puedo leer ni hacer casi nada porque me mareo, así de patético), y el uso no me ha hecho aborrecer los trenes.
Más antecedentes: Estos días empiezo a trabajar a las 16h.
Acción:
  1. 12:45. Bajo a coger el autobús que me deja en la estación. Me doy cuenta de que el tráfico está más congestionado de lo normal a esa hora.
  2. 13:00. No pasa el autobús. Todavía estoy en una franja más o menos segura pero me intranquilizo y pienso en coger un taxi. Pero no pasa ninguno libre.
  3. 13:10. Por fin llega. Me da tiempo. El tren sale a las 13:25. Voy a sudar un poco pero nada más.
  4. 13:15. El tráfico, infernal. Cuando giramos y veo el embotellamiento me doy cuenta de que por primera vez voy a perder un tren. La gente empieza a caerme mal.
  5. 13:22. Asumo que no voy a coger ningun tren y me bajo del autobús. Solución alternativa, pienso: "Cojo el autobús de las dos". Hago transbordo para la estación de autobuses.
  6. 13:40. Ventanilla: - "Un billete para el de las dos". - "El de las dos ya no existe, es a las tres". -"¿Y a qué hora llega?". - "A las cinco".
  7. 13:50. Otra vez en la parada. Pienso (ya con la moral un poco tocada, para qué negarlo, pero todavía con recursos). Solución: Voy a la estación de tren y seguro que hay algún otro tren más rápido (y caro) que el que uso.
  8. 14:20. Tras otra ración de tráfico infernal y contaminación acústica llego a la estación.
  9. 14:25. Pregunto en información. Hay trenes, sí. Hay uno a las 15h, que llega en 40 minutos a su destino. Dato: sólo tengo 11 euros encima. Pregunto: "¿se puede pagar con tarjeta?". Respuesta: "Sí". Me voy a la cola.
  10. 14:35. Después de una cola apocalíptica (¿es que todo el mundo tiene que viajar?), llega por fin mi turno. Mientras me saca el billete le cuento por encima a la amable señora el día que llevo, más que nada para decirlo en voz alta y exorcizar la tensión. Y entonces: "uy, hija, no me acepta la tarjeta". ¿Por qué a mí?, pienso. Sacando fuerzas de flaqueza le digo que me deje ahí el billete, que voy al cajero que hay dentro de la estación y vuelvo enseguida.
  11. 14:40. En el cajero. Tarjeta retenida. Parece que las cosas se ponen feas. Y me desespero un poco. Lo intento pero ni rastro de la tarjeta.
  12. 14:42. Voy a atención al cliente, les explico mi triste historia, les enseño la cartilla con mi número de cuenta y mi D.N.I. No pueden hacer nada, me dicen. Les pregunto si saben dónde hay un cajero de mi banco cerca para poder sacar con la cartilla. Que vaya a la oficina de turismo de la estación, me dicen.
  13. 14:45. En la oficina me dicen que cerca-cerca no hay ninguna oficina de mi banco. Sólo necesito diez euros. Voy a la otra oficina de información o yo qué sé. Pregunto por el banco y ya puestos le pido diez euros al que me atiende. Me mira con cara rara, y eso que le he explicado la historia. Pero o no aprecia mi estilo narrativo, o no le gusta mi ropa, o no se fía de mí porque no llevo corbata. Y lo único que quiero es llegar a tiempo al trabajo, no a un after-hours, oiga.
  14. 14:47. Tengo ganas de tirarme al suelo y gritar un poco. Pero es lo que tiene ser tímida por fuera e histriónica por dentro, y me aguanto, intento mantener la compostura. Les pido los diez euros a los guardias de seguridad de la estación (ya total...), y me enseñan los bolsillos y sólo tienen cinco o seis en monedas.
  15. 14:50. Doy por perdido el tren de las 15h. Entonces uno de los guardias me dice que a cinco minutos hay un cajero de mi banco. Le doy las gracias como si me hubiese donado un riñón.
  16. 14:55. Otra vez en la ventanilla. Me cercioro de que sigue habiendo otro tren a las 15:30 (ya no me fío de mi memoria, tengo sed y hambre y veo un poco borroso). Aunque voy a llegar tarde, a estas alturas me parece un mal menor.
  17. 15:10. De vuelta del cajero (que sí existía y al que he ido y del que he vuelto corriendo) y otra vez en la cola, que ahora es más larga que antes, porque por lo visto todo el mundo quiere irse en el mismo tren.
  18. 15:25. Saco el billete. La misma despachadora de billetes de antes me dice: "Esta noche cuando llegues a tu casa no te lo vas a creer, ¿eh?" y "Toma el billete y corre, hija". Creo que le doy penita.
  19. 15:30. El tren sale y yo estoy en él. Calculo que si llego a la estación a las 16:10 y corro (otra vez), puedo estar en la clase a las 16:15, dentro de lo razonable. Llamo por teléfono para avisar, pero nadie descuelga. Me tranquiliza pensar que los viernes por la tarde no hay representantes de la autoridad por allí.
  20. 16:10. El tren llega a la estación y corro.
  21. 16:13. Suena el móvil. Cuelgo porque ya estoy casi en la puerta.
  22. 16:15. Entrada triunfal. Explico en versión ultracorta.
  23. 16:16. Entro en la clase. Me aplauden. Bebo agua. Y ahora, tres horas de clase. Pero esa es otra historia.
  24. 20:45. En el tren de vuelta, la chica que tengo enfrente se pone a llorar porque no tiene billete ni dinero y no se puede pagar con tarjeta. Le digo que no se preocupe, que puede pagar cuando llegue, o que yo le dejo el dinero. Pienso en un círculo y me río por dentro.
Canción de mi día de hoy: "Matinée", La buena vida.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

.

08 mayo, 2005 21:11

 
Blogger nadadora said...

Gracias por usar esa palabra ("cinematográfica"). Peliculera que soy ;)

( . )

09 mayo, 2005 21:58

 

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