urgencias

Cuando acabó el capítulo del otro día (madrugada, lo que sea), aparte de esa sensación de agradecimiento perverso por haberlo visto (por casualidad, por un zapping postrero, porque el destino quiere que así sea mi devota relación con esta serie y con la malvada voluntad de la Primera), me quedé pensando en cómo sería una sinopsis de lo que acababa de ver: una paciente de Luka "Estoy piediendo a gritos que los guionistas me otorguen un poco de felicidad" Kovac se despierta después de años de coma y se vuelve a dormir, Abby "Te queremos aunque te rías tan poco" Lockhart se hace una mamografía, llega un médico nuevo ( inquietante y raruno John Leguizamo) y Kerry "Llevo doscientos cuarenta y seis episodios a mis espaldas, no me toquéis las narices" Weaver le lee la cartilla en medio minuto.

Eso fue casi todo. La maravilla es que no les hacen falta peroratas interminables, ni hacer que los protagonistas tengan cuatro accidentes de coche, tres derrumbamientos, cuatro tumores rebeldes, seis enfermedades graves de familiares, dos abortos y tres síndromes de Münchausen para mantenerte con los ojos abiertos.

Amo a Urgencias por sus elipsis, por lo bien que cuenta una historia entera con dos planos, porque sus personajes son tan consistentes que no necesitan explicarse continuamente, y porque ese plano final de Maura Tierney colocándose delante de la máquina es el ejemplo perfecto de que a veces basta con la conjunción de un gesto de la cara y los hombros para contarlo todo. Y para entenderlo.