símil en 625 líneas
El primer televisor que recuerdo en casa era en blanco y negro, no tenía que ocuparme de nada, sólo de ver lo que pasaba dentro. Mis padres compraron uno en color muy pronto, y vendieron el primero. Vino una chica a llevárselo, la recuerdo como a una de las trillizas que acompañaban a Julio Iglesias, seguramente no se parecía en nada, pero los recuerdos son así, se fijan, y si el resultado es inofensivo, no queremos cambiarlos. Cuando vino a recogerlo yo estaba sentada en el suelo viendo una serie alemana llamada La bella Mariana (y esto no es un recuerdo inventado), y desde mi insignificancia infantil intercambié con ella unas frases.
El televisor en color era un Sanyo, aprendí a ajustarlo y lo quise mucho más que al primero, como se quiere a las cosas que son parte de lo que eres. Ruedecitas negras para cambiar de banda y rojas para sintonizar. Y me sentaba en el suelo igual. -No te pongas tan cerca-, oía mucho esa frase.
Mientras el Sanyo llevaba la edad con la dignidad que se reserva para los elegantes, apareció un vídeo Mitsubishi (VHS) con mando a distancia. Que la expresión no os lleve a engaño, el mando se conectaba al vídeo con un largo cable. El concepto a distancia se hizo visible, pero yo vivía la contradicción alegremente. Poder rebobinar y pausar y las películas que alquilaba, pero tener que levantarme para cambiar de canal o subir el volumen no me causaba ninguna inquietud tecnológica. El vídeo tenía mando a distancia y el televisor, no. No pasaba nada. Así eran las cosas.
Cuando nos mudamos de casa, el Sanyo ya no nos acompañó. Y el siguiente televisor (al que voy a dejar en el anonimato como personaje sin frase que es) ya tenía mando. Y enseguida me acostumbré a no tener que levantarme. El resto es historia.
Cuando la realidad no se pliega a mis deseos con tanta facilidad como avanzo a través de cincuenta canales, me acuerdo de las ruedecitas. Supongo que estoy tan hecha a pulsar botones que se me olvida que a veces hay que sintonizar de forma manual, que todavía existe esa posibilidad. Aunque sea más lento, aunque parezca que no se ve bien, aunque con el mando sea más fácil.
El televisor en color era un Sanyo, aprendí a ajustarlo y lo quise mucho más que al primero, como se quiere a las cosas que son parte de lo que eres. Ruedecitas negras para cambiar de banda y rojas para sintonizar. Y me sentaba en el suelo igual. -No te pongas tan cerca-, oía mucho esa frase.
Mientras el Sanyo llevaba la edad con la dignidad que se reserva para los elegantes, apareció un vídeo Mitsubishi (VHS) con mando a distancia. Que la expresión no os lleve a engaño, el mando se conectaba al vídeo con un largo cable. El concepto a distancia se hizo visible, pero yo vivía la contradicción alegremente. Poder rebobinar y pausar y las películas que alquilaba, pero tener que levantarme para cambiar de canal o subir el volumen no me causaba ninguna inquietud tecnológica. El vídeo tenía mando a distancia y el televisor, no. No pasaba nada. Así eran las cosas.
Cuando nos mudamos de casa, el Sanyo ya no nos acompañó. Y el siguiente televisor (al que voy a dejar en el anonimato como personaje sin frase que es) ya tenía mando. Y enseguida me acostumbré a no tener que levantarme. El resto es historia.
Cuando la realidad no se pliega a mis deseos con tanta facilidad como avanzo a través de cincuenta canales, me acuerdo de las ruedecitas. Supongo que estoy tan hecha a pulsar botones que se me olvida que a veces hay que sintonizar de forma manual, que todavía existe esa posibilidad. Aunque sea más lento, aunque parezca que no se ve bien, aunque con el mando sea más fácil.
4 Comments:
Sí, es más lento pero eres más consciente del proceso, y además, la precisión es mayor puesto que en principio no hay saltos.. (creo). Vamos, que lo controlas y te involucras. Ejem, puestos a seguir con la bella metáfora.
23 agosto, 2006 13:16
Ains, sí. La mía era una Telefunken. Que, por cierto, no me negarás que es un nombre precioso para una tele. ¿Aún existe?
23 agosto, 2006 19:35
sofía: lo de la lentitud no es inconveniente a veces sino lo contrario, y supongo que estará relacionado con el control (o lo que sea) y la involucración.
vilipendia: aún existe, sí. Y dentro de poco la marca va a volver a comercializarse (para otro fabricante pero con el mismo nombre). ¿No será bonito tener un televisor de plasma Telefunken?
27 agosto, 2006 15:32
¡Sííííííííííí!
28 agosto, 2006 09:59
Publicar un comentario